martes, 5 de febrero de 2019

FRAN BORZAGE. BACK PAY, 1922







Hester Bevins (Seena Owen) había pasado la vida en Demopolis, una de esas pequeñas, invariables ciudades que destacan como centinelas más allá de las puertas exteriores de Nueva York. Veía cada tren como un exiliado vería una caravana hacia la libertad.
Las ambiciones de Hester eran vagas y sus hábitos muy comunes. Sentía una fijación por las emociones y el lujo y ninguno podía hallar en la pensión de la señora Elmira Simmons.
Nunca se le había ocurrido a Jerry Newcombe (Matt Moore), el más enérgico empleado del gran almacén, que la ciudad fuera tediosa. Enamorado de Hester, acude a recogerla con su nueva calesa para ir a un picnic.
Alejados de los numerosos festejos y danzas, rodeados de una selvática panorámica, Hester apunta que son demasiado pobres para plantear casarse. Lo que más desea es el dinero. Siente el alma como un crepe-de-chine. El vapor de un tren que invade las praderas aumenta el deseo de marchar.
Llegó el día de embarcar. Jerry fue a despedirla. Decir adiós es perecer un poco.
Nueva York lo significaba todo para la mente ambiciosa de Hester. Hester sólo era una minúscula gota de la sangre de Nueva York.
Han pasado cinco años. Años de lucha, con los cuales sus viejos y altos ideales se fueron uno tras otro. Hasta que el lujo la reclamó con sus propios términos.
Una de las fiestas de Hester, en su amplio y estrictamente lujoso apartamento de Riverside Drive. Era la amante de Charles G. Wheeler, de Wall street.
Poseía todo lo que deseaba. Pero algunas ocasiones, tristemente, Hester se preguntaba si había encontrado la felicidad al final de su arco iris de seda y satén. No había nacido con una langosta en cada mano, pero podía encapricharse de una Chinchilla de veintidós mil dólares. Aunque era demasiado, después del Rolls Royce.
Viaja a Crystal Springs. Una mañana, Hester hizo que la condujeran hasta Demopolis. La ciudad seguía igual y había olvidado por completo a Hester. El encuentro con Jerry transcurrió sonriente. El joven sigue enamorado. Creía que había vuelto por él. Por matar el dolor de sus ojos Hester mintió. Le habló de su gran salario como diseñadora de modas.
El año siguiente Hester vivió la música más alocada por acallar la voz que lloraba desde su interior. América se hallaba involucrada con la guerra y Jerry fue herido en el frente.
Otro periodo de unos meses. Hester lee la vuelta de muchos heridos en Francia y la mención de Jerry. Le visita. Es un caso grave. Había perdido la visión. Hester casi enloquece de angustia. El pulmón izquierdo del joven había sido quemado por los gases. Suponen que no le quedan más de tres semanas de vida.
Esa noche una extraña conversación tiene lugar en el apartamento de Riverside Drive. Hester sugiere casarse, ya que Jerry no sabe qué le ocurre y sería feliz. Jerry lo sabía todo de la disoluta Hester Bevins. Wheeler propone traerle a casa. Aislados, la mujer se dedica al cuidado del enfermo.
Pero la sentencia del cirujano era fulminante.
Después que todo terminó pasaron quince días antes que Wheeler volviese a llamar al apartamento.
Hester se encontraba de nuevo ante el umbral de su vida anterior. Aquello que una vez le aportó una febril felicidad la ayudaría a olvidar.
Experimenta terribles sueños con Jerry. La autoconciencia profunda duerme. Al despertar es cuando más fuertemente se expresa. 
Hester no se daba cuenta que con Jerry había salido de las calles de Babilonia y que no habría retorno.
Pasados diez días, Hester no se hallaba cerca de una decisión ni tenía la paz de la mente. Delirante, ve el fantasma del difunto, perseguida y acechada por los diversos ángulos del lecho. Los horrores la dominan. Reniega de Wheeler y sin otra cosa que el honrado vestido de otros tiempos y el apreciado salario de una semana decide terminar con el lujo y la opulencia.
Los viejos jefes de Hester no la habían olvidado y le ofrecen un nuevo empleo. 
Hester no descansaría hasta pagar la deuda con el mundo. Y la funeraria acepta cobrar a plazos.
Alquila una humilde habitación y consigue vislumbrar el complacido semblante del amado.



Ana Kontroversy















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