lunes, 5 de junio de 2017

FRANK BORZAGE. STREET ANGEL, 1928








Por cualquier parte, en cada pueblo, en cada calle pasamos, sin saberlo, al lado de almas humanas creadas grandes por el amor y la adversidad.
Nápoles. Bajo la amenaza de la fumarola del Vesubio, la risa-cariñosa, la descuidada, sórdida Nápoles.
Al paso de un exiguo circo vagabundo, la troupe es acusada de haber robado. Aunque el asunto fue aclarado, el litigante reventó el tambor más musical de Italia.
Otro drama descolgaba en una lóbrega dependencia, donde la madre de Angela (Janet Gaynor) sufre una grave dolencia. El doctor detecta una temperatura peligrosa. La joven tiene que conseguir la receta al instante, sin tardanza.
Con el afán de obtener el dinero y volver con la medicina, Angela haría lo que fuera. Cuando ve los billetes sobre la barra de un bar callejero, se abalanza y es apresada. Por robo, mientras solicitaba en las calles, la sentencian  a un año en el asilo de pobres.
Consigue eludir el tránsito de los condenados y, apresuradamente, vuelve a casa. Encuentra la madre desfallecida en el suelo. Abrazada a un cuerpo inerte, la persiguen estrechamente. Escapa por la ventana. Consigue despistar a los perseguidores y busca refugio en la troupe del circo.
Enrolada con el Circo Napolitano, Angela representa un numero, encaramada a unos zancos.
Un pintor roba los espectadores del circo. Angela pretende ahuyentar al artista, el cual pinta retratos pastoriles. Gino (Charles Farrell), prendado de la chillona jovencita.
Con el pretexto de que se une al show, Gino acompaña a Angela cuando marchan. Desea pintarla. Angela promete no enamorarse. Según Gino, el amor es como el sarampión. Cuando llega, no puedes pararlo.
El pintor realiza una creación de relieve. Un lienzo de una gran emotividad y trasfondo. Gana el corazón de Angela.
En plena actuación, la malabarista, distraída por unos guardias que hablan con Gino, sufre una aparatosa caída. Rompe el tobillo.
Vuelven a Nápoles. Allí el pintor puede conseguir comisiones para dibujar, ganar dinero y casarse.
Viven humildemente. Gino vende el lienzo, porque tienen que comer. El marchante era un timador. Calcula ganar miles.
Gino se ve acosado por un gran numero de prestamistas. Y ya que no trae la comida, esta vez se encarga Angela.
Se había preocupado de la vuelta a Nápoles la desaparecida y pronto fue identificada.
Angela lamenta la pérdida de la pintura. Era más que un lienzo, semejaba viva y animada, como un ángel guardián. Se ha ido y siente el vacío. Gino replica que, mientras la tenga, puede hacerlo de nuevo. Es su inspiración.
Gino obtiene éxito con la pintura. Mucho dinero y más porvenir. Tiene el encargo de pintar el gran mural para el Teatro San Carlo. El anillo de compromiso demuestra una boda inminente.
Una llamada en la aldaba. Llegan a apresar a Angela. La joven suplica una dilación; no quiere abandonar a su amor, de repente. Si supiera que había ido a prisión rompería su corazón y no podría pintar. Por una hora promete no huir.
Una hora de felicidad. La pareja bebe por el futuro, la fama y la fortuna, el amor. Qué glorioso es el mundo, después de todo. Gino señala, que cada gran artista pinta a su mujer. Tal vez Angela quisiera sentarse, para un retrato. Desarrolla una pantomima. Un pintor con un bigote de palito de pan y barbilla de hojas de zanahoria.
Con la disculpa de decir las buenas noches y que el mañana vendrá antes, aleja el alegre enamorado. Una larga despedida de promesas y fortuna.
Con el nuevo día, Gino no halla a Angela en ninguna parte. Pregunta y no recibe información. Busca aturdido y desesperado. Siente que fue abandonado.
El plan del mural es un fracaso. El pintor decae inactivo en el andamio. Emplean a otro artista.
El primer lienzo del pintor, retocado, fue transformado en una Madonna y atribuido a Vianotti, un artista del siglo dieciocho.
Pasaron los meses y Angela, agotada la condena, sale libre. Visita el salón del mural y repara en la firma. Roberti. La informan del despido.
En un bar bohemio, una mujer, la cual se hospedaba en la posada de los enamorados, da a Gino la noticia de que había visto a su vieja amiga en la prisión.
Angela visita la pensión. Gino había marchado. 
El artista pintó una joven como sentía que era. Va a pintar a las mujeres como realmente son. Encontrará una joven con la cara de un ángel y un alma negra como el infierno. Puede hallarla en la bahía.
Adonde se dirige y encuentra a Angela, hambrienta y vagabunda. Enciende una cerilla en la niebla. Identifica a su viejo amor, la cara enturbiada por los sufrimientos pasados. Un gesto fatal le impulsa a estrangularla y perseguirla. Refugiada en una capilla, vislumbra el lienzo plagiado. La había pintado con una gran pureza. Y es de esa manera realmente. Tiene que creerla. Verlo en sus ojos. La traslada aceleradamente enlazada.



Ana Kontroversy

















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