viernes, 5 de mayo de 2017

LOUIS FEUILLADE. LE TRUST, 1911







En la oficina, el poderoso fabricante Darbois, rodeado por la secretaria, Mlle. Michaud (Renée Carl) y los colaboradores más tenaces, recibe con alborozo un telegrama del devoto Brémond, el cual anticipa el haber conseguido unas fórmulas de la fabricación de caucho artificial. Ya que desconfiaba del telégrafo o del correo postal, había embarcado con el fin de traer la fórmula al jefe. Otro billete, del Presidente de la Compañía de Cauchos de Malasia, invita al marchante a unirse, para la formación de un trust del caucho. Si consolidan las manufacturas, controlarán el mercado. Instantáneamente, Darbois redacta una refutación. El trust aguanta con dificultad su incompleto organismo.
El gran Berwick era un jugador inveterado, sin escrúpulos, quien creía que todo podía ser comparado. El presidente repelido, adosado a su bastón de mando, espera la llegada del notorio detective privado, Julius Kieffer (René Navarre). 
Bajo el pretexto de un asunto de negocios, el detective consigue una cita con Mlle. Michaud. El lugar se transformó en una sombra. La secretaria inhala una lisérgica poción, que impregna de sopor la estancia. Cuando consiguen que recobre el sentido, la tildan de mujer disipada, ante su estupor.
De vuelta a las oficinas de Darbois, la secretaria busca el telegrama. Pero cuando llega el jefe, desenmascara a un desconocido, el cual, con un revólver emprende la fuga. Mlle. Michaud aparece desconcertada y sin su sombrero.
Animado por el éxito, Jacob Berwick estrecha sus garras implacable. El detective entrega el telegrama. El presidente planea ir al Havre, capturar a Jean Brémond y trasladarlo a las cavernas de su casa del acantilado.
Brémond notifica el desembarco y sugiere el apoyo de un guardaespaldas. El telégrafo eléctrico de la nave comunica el mensaje a París. Darbois decide recurrir a la prestación del detective privado.
Julius Kieffer aguarda la llegada del portador de la fórmula y, de viaje en el coche, amordaza inesperadamente al joven.
Debajo de la casa del acantilado, un comité de tres elegantes con frac y sofisticados antifaces, con el detective como bastión, aclaran que sólo quieren la fórmula. Si tiene esa amabilidad, además de la libertad, Brémond recibirá un cheque de 50 000 francos.
La fórmula no se halla anotada. La tiene en la mente y se dispone a registrarla (una retahíla de elementos químicos), tras declinar la pluma que le ofrecen, porque prefiere usar la propia.
Cuando Berwick y sus secuaces vuelven a ver los rasgos trazados, todo había desaparecido.
El devoto Brémond exhibe la tinta con la que escribió la fórmula entregada al trust. 
Papel en blanco. Antihistoricismo del trust sindical.



Ana Kontroversy









No hay comentarios:

Publicar un comentario