Charles Poncefort Pike (Henry Fonda), el joven millonario de la soda con ventajas publicitarias hasta con los deportistas de Yale, de expedición a través del Amazonas por el afán de la investigación y el objeto de adquirir renombre consigue un nuevo espécimen de culebrina, satisfecho como buen ofidiólogo.
A bordo de un crucero que alguien califica de gabarra viajan Jean Harrington (Barbara Stanwyck) y el padre, el coronel Harrington. Son jugadores profesionales de altos vuelos, deportivos pero no ordinarios. Les llega la noticia de un pasajero distinguido, Charles Pike.
Las jóvenes del restaurante pierden el tiempo al pretender caldear el ambiente con Charles inmerso con un libro. Jean le espía a través del espejo y dirige de viva voz las acciones del chico de oro. Al pasar al lado despliega el sensacional viejo invento de la zancadilla. Con un tacón roto lo mínimo es acompañarla a buscar otros zapatos. El camarote es el escenario de la seducción. Cautivado con el perfume Jean y Charles son inseparables.
Los Harrington permiten que Charles gane a las cartas. Quinientos dólares de una partida simbólica no significa demasiado para el viejo dedicado al petróleo. Jean es una mujer desconcertante para quien ha pasado un año bajo la selva tropical.
La serpiente (llamada Emma) espanta a la pertinaz seductora y escapa horrorizada. Pronto el susto queda disipado y la red estrechada.
La revancha de la noche favoreció al viejo coronel. La hija juega a la mujer ideal, persuadida de que le pedirá casarse. Con tres mil dólares perdidos Jean ofrece a Charles un buen juego. El experto jugador despliega una trampa tras otra, desbaratadas por la definitivamente enamorada vividora. A solas los dos caballeros Charles pide la mano con el fin de colmarla de caprichos. El timador insiste con jugar a la carta más alta. Por supuesto, el ingenuo millonario pierde treinta y dos mil dólares.
Cuando el seducido recibe una fotografía de los tahúres y el historial completo del engranaje delictivo, el arrebato amoroso da paso a la ruptura.
Unos meses después, Jean prepara la venganza. Como la sobrina inglesa de un diplomático, Lady Eve, invitados a una fiesta de los Pike, Charles experimenta un confuso estupor cuando ve a la impostora, la cual desarrolla su papel con perfecta indiferencia. Totalmente aturdido tropieza con el sofá y las cortinas y echa a perder tres trajes. Corre el rumor de que Lady Eve llegó a bordo de un submarino.
El encanto de la joven inglesa deslumbra a los comensales. El tío disipa las dudas del despistado con disparatadas genealogías sacadas de "Cecilia o la hija del cochero", un drama de la época.
De nuevo rendidamente enamorado, Eve compromete con el enlace la posición del falso tío.
Los preparativos nupciales siguen a marchas forzadas y la gran tarta de boda es espectacular. Para el coronel es triste que la hija se case y que no pueda verlo.
De luna de miel como pasajeros de un tren, Eve inventa una fuga anterior con un mozo de los establos y numerosos amoríos de juventud que deciden a Charles abandonar el vagón simplemente con el pijama puesto.
La novia no quiere saber nada de abogados, aunque le prometen una sustanciosa paga cada seis semanas después de pasar por Reno.
Un nuevo crucero vuelve a unirles. Como Jean y Charles despiertan al viejo amor, aunque existe un impedimento. Los dos se encuentran casados.
Ana Kontroversy
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