lunes, 7 de octubre de 2019

MAURICE MARIAUD. OS FAROLEIROS, 1922








Una aldea a la vera del mar de Portugal.
Rosa espera adormecida la vuelta del padre. Pero el mar se quedó con él. Acompañada de unas matronas le aconsejan coraje.
Joao Vidal (Maurice Mariaud), farero jefe, va a tierra a descansar. Antonio Gaspar, farero ayudante, los días de descanso va a tierra igualmente.
Joao cuenta a su hermana Ana que solo apareció el bote, pero vacío. Un comensal reseña la pobreza de Rosa. Huérfana de madre, pierde también al padre. Joao identifica a Rosa como prima y que la hermana precisa una compañera las tres semanas que pasa como guarda de faros.
Antonio Gaspar confecciona un bouquet y con paso rápido atraviesa las dunas para agasajar a Rosa. A la hermana de Joao no le gusta el joven y tira las flores al patio.
Tras pasar por la taberna y frente a la iglesia cerrada Antonio vio, inmerso bajo un delicioso sueño desfilar el cortejo de su boda con Rosa. Y después las flores, que recoge consternado y con el puño amenaza a Ana.
Rosa conduce las cabras a pastar los ratrojos y Antonio la sigue agazapado. La huérfana no siente amor por el pretendiente, aunque cuando vivía el padre no lo rehuyera. Al padre de Rosa tampoco le agradaba. Ante la negativa Antonio declara que será suya o de ninguno. Quiere besarla, pero el desdén es definitivo. Vapulea a la joven y la desbarranca por el acantilado. Y Antonio Gaspar huyó como una fiera perseguida.
La inquietud de Joao no tuvo consecuencias ni tampoco la visita a casa de Antonio. Todo el día loco de desesperación, JoaoVidal buscó la mujer que amaba.
Con la marea baja de la tarde las olas depositaron el cuerpo inanimado de Rosa, como una pobre flor marchita que no deseaban contener. 
La aldea entera acompañó el cadáver rescatado y Joao sufrió la visión del espectro de la muerta sobre la cama.
Las sospechas de Ana, la memoria de la amenaza, los celos, Joao meditaba la mentira de Antonio. Indaga por qué no fue al velatorio. La madre de Antonio permanece muda ante la pregunta de si salió aquella tarde.
Diez días después partían los dos al faro aislado para tomar sus puestos. El deber del cargo reunía a estos dos enemigos encargados de proteger la luz que guía la navegación. El odio acechaba vigilante, implacable, calmante.
Nunca probaba Joao Vidal el alimento sin que Antonio Gaspar, el cual era el cocinero, comiera o bebiera antes que él. Lo que provoca la risa del ultimo, que dadas las circunstancias hace perder el sosiego al jefe, quien tira al suelo al subalterno, el cual saca una navaja. No fue difícil reducirlo.
El alcohol rigurosamente prohibido, Joao encuentra una botella dentro del arcón de Antonio y un retrato de Rosa que había cogido. Vuelve a preguntar si la amaba. Clavadas las garras la sangre brota, rendido a la impotencia Antonio declara el crimen. Joao amenaza matarlo.
Con el amanecer, Antonio bajó las escaleras del faro con un gran mazo que lanzó al jefe, derribándole. Lo persigue por las breves y abruptas rocas. Tras amenazar a distancia una gran ola lo arrebata. Antonio había desaparecido.
Los despojos descansan sobre los cantos rodados. Joao Vidal tenía miedo. A su desorientado ánimo subían los gritos angustiosos de los ahogados que se balanceaban a través de un mar de oscuridad y pavor.
Las alucinaciones ocasionaron el colapso de Joao cuando vio a Antonio, instante que aprovecha el aparecido para clavarle un cuchillo. Joao atranca la puerta. Casi sin poder coordinar los movimientos estrangula al débil.
Agonizante, anota que izó la bandera de socorro y el nombre del criminal.



Ana Kontroversy















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