Charles y Laura mantienen una extraña relación. Laura incita a que la elimine. Y Charles la estrangula.
Desorientado, Charles da vueltas por las calles de París. Y, casualmente, encuentra en un bar a François, el marido de Laura. Son antiguos amigos, y hace tiempo que no se veían. Una llamada telefónica informa a François que la mujer sufrió un accidente.
De regreso a casa, Charles Masson (Michel Bouquet), comunica a la esposa, Hélène (Stéphane Audran), la preocupación que siente por el incidente ocurrido.
François Tellier (François Perier), un renombrado arquitecto, es convocado en el escenario del crimen. El inspector encargado del caso aclara que Laura fue asesinada. El lugar es un estudio alquilado. No se explica qué hacía allí. El detective sospecha de un amante. Interrogada Gina, la amiga de Laura, nada sabe del asunto.
Charles es un hombre hogareño. Tiene dos hijos. Juega con Hélène al scrabble. Especifica las letras que coloca. Una consonante labial. Charles, tirado en el suelo, ofrece síntomas de derrota. Por la mañana, recoge temprano los periódicos.
Invita a François a pasar unos días en casa. Pero prefiere permanecer solo. Acepta que Laura tenía un amante. Vivían la vida al margen uno del otro.
Charles Masson es escritor, y diseña spots publicitarios. Un compañero comenta que el interventor encontró anomalías en los libros. No hay justificantes. Sospecha que el cajero robó. Este es un pobre hombre. Es un motivo desagradable.
De vuelta al hogar (vive a las afueras de París, en una casa diseñada por Tellier), Charles duerme en el tren.
El día del entierro, acompaña al amigo en el coche, y pronuncia una frase que François no atrapa: "Fui yo quien mató a Laura".
Gina visita a Tellier. Sabía que la difunta recibía a un hombre en el apartamento. Lo vio una vez. Y lo ha visto en el funeral. Es Charles. Tiene que haber una explicación. Hace veinticinco años que conoce a Charles. No se concentra sino en la familia. Es un espíritu recto. No debe advertir a nadie. Sólo traería consecuencias desagradables.
Hélène encuentra raro al marido. Discuten por los regalos de Navidad. No quiere que le abrace. No es como cree que es. Tuvo un asunto con otra mujer. Fue muy desgraciado. Le dolía mentirle. Fue una debilidad. Era Laura. Pero terminaron hace mucho. Tienen que olvidarlo todo.
Charles toma asiduamente somníferos. Una noche estalla en llanto. Transcurre por una crisis horrible. Hélène pretende que no se obsesione. Deciden pasar dos días en la casa de la playa.
No contó todo respecto a Laura. Fue quien la mató. Hélène escucha. No podía soportar permanecer callado. El amor es simple y claro. Con Laura era una especie de actuación insensata, un nexo lleno de violencia y humillación. Un juego estúpido. Inventaba juegos, arrastrándolo a sus desvaríos. Exigió que pusiera las manos alrededor del cuello, y que apretara. Los dedos habían escapado al control. Presa del pánico, pasó miedo. En un momento, Laura había sucumbido. Sin embargo, no es sospechoso. No se halla en peligro.
Ya no se siente vacío. Pero falta un punto en el que no fue sincero. No posee la certeza de no haber querido matar a la amante.
Resulta indispensable la presencia de Charles en la oficina. Es un suceso enojoso. El cajero desapareció con la nómina de dos meses. Imaginan que se enamoró de una joven y que huyeron.
Invitado François a cenar, Charles anticipa que le escoltará parte del camino. Y decide contar lo que pasó. No puede aceptar quedar sin castigo. Requiere un consejo, lo que estime justo. François calcula que no arreglaría nada con entregarse. Tiene que recapacitar en Hélène y los niños. No obstante, es preciso que sufra un castigo, de una forma o de otra. Aunque, después de una desgracia, mejor es olvidarlo todo. Es un asesino. Quiso matarla. François no considera a Charles culpable, es una pesadilla. Es como si nunca hubiese ocurrido.
El cajero fue apresado. Esposado, manda al diablo a Charles.
El protagonista se muestra fatigado. En la madrugada, abandona la alcoba. No acepta el consuelo de Hélène. No puede proporcionar la paz que precisa. Opta por rendirse, o significaría una cobardía. Es preciso realizar lo justo. Mantiene que no destrozará la existencia de los niños si es honesto. Hélène argumenta que es un deseo morboso de hacerse daño. Pero el crimen no es un retorcimiento mental. Deseaba que Laura muriese. Tiene que procurar dominarse. Es el verdadero valor. Es posible ser felices. Esos fantasmas tienen que desaparecer.
No merece la pena luchar. Al límite de las fuerzas, por la mañana irá a entregarse. No es un impulso fijo. Reflexionó. Quiere tener el consentimiento de Hélène. Suicidarse resultaría una cobardía.
Hélèle proporciona una sobredosis de somníferos. El velo de la noche envuelve a los esposos, los cuales permanecen con las manos enlazadas. El fallecimiento de Charles pasa por un suicidio.
Ana Kontroversy
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