Anna (Lea Massari), la hija de un diplomático, planea realizar un crucero, en compañía del hombre del que se encuentra enamorada, Sandro (Gabriele Ferzetti). El padre aduce que lo dejará solo y, además, ratifica que ese hombre no se casará con Anna. La acompaña una amiga, Claudia (Monica Vitti).
Claudia espera la pareja de enamorados. Anna lanza una serie de veladas recriminaciones al novio.
Embarcan en un yate con otros amigos, Raimondo y Patrizia, y Giulia y Corrado. A la altura de las islas Eólicas, cercanas a Lípari y Messina, que en época pasada eran volcanes, y de las cuales destacan la isla Basiluzzo y la Lisca Bianca, deciden bañarse, a pesar de la alarma que el sitio suscita. Anna salta al agua y Sandro nada detrás. La mujer mantiene haber visto un tiburón, y regresan al yate. Era una mentira.
Descienden al peñón de rocas porosas. Oyeron que posee unas ruinas muy arcaicas.
Los enamorados hace un mes que salen. Anna quiere pasar algún tiempo a solas. No soporta la idea de perder a Sandro y, sin embargo, ya no le ama.
El crucero tendría que retornar, el mar se halla picado. Claudia pregunta por Anna. Sandro escala el peñón, con Claudia, Corrado y Giulia. Es una pequeña isla, salpicada de escasa vegetación, con fuertes rompientes. Sandro da con una rústica cabaña, excavada en la roca. Escuchan el motor de una embarcación. Anna sigue sin dar señales.
El tiempo empeora, brotan los ciclones en el cielo y en el mar, las rocas de la isla sufren desprendimientos. Definitivamente, la mujer no aparece. Lo más práctico es que los demás se trasladen a la isla cercana y que informen del suceso. Corrado hará compañía a Claudia y a Sandro, aunque la presencia de la mujer puede dificultar las cosas.
Penetran en la cabaña. Claudia siente que Anna sigue viva. Durante el temporal, con fuertes ráfagas de lluvia, llega el guardián de la choza. Los dueños emigraron a Australia. Comentan la desaparición. Tal vez haya caído en las rocas.
Claudia ofrece síntomas de desesperación. Al fin, consigue conciliar el sueño. Cuando despierta, la tormenta ya no azota el paisaje.
Claudia y Sandro conversan. Claudia quiere a la amiga, y especula acerca de lo que podría haber hecho, para que esto no ocurriese.
La patrulla de rescate empieza la búsqueda. Sin embargo, no encuentran nada. El comandante informa, que una corriente discurre de esta isla a otra. También comparece el padre de Anna. Claudia encuentra en la cartera una Biblia, perteneciente a la joven ausente. Para el progenitor es una buena señal. La brigada detecta una barca en prácticas no legales.
A bordo del yate, Sandro corteja a Claudia, quien se escurre y vuelve al islote. No puede irse sin ver las otras islas.
En la comisaría interrogan a unos pescadores, los cuales comienzan a rebatirse. Advirtieron que tiraban unas cajas al mar. Tabaco, contrabando.
El brigadier (sargento) comenta a Sandro, que Claudia iba a coger un tren. El periódico informa de una "Joven romana desaparecida en Lisca Bianca". Sandro pretende acompañar a Claudia. Pero consigue disuadirle.
Claudia toma el tren a Palermo. Sandro, en una carrera, lo coge en marcha. En el compartimento, convienen en sacrificarse. Las cosas son igual que antes. Sólo hace tres días que ocurrieron los hechos. Es triste. Claudia no se encuentra preparada. Y Sandro baja del tren en la siguiente estación.
Sandro contacta con un periodista, el redactor del artículo de la desaparición. Existen rumores de que Anna fue vista en un barco, penetrar en una farmacia. Pero la noticia es ya vieja y no interesa. Sandro pagará un estipendio por insistir con la información.
Claudia acude al palacio de la princesa de Lampedusa, donde se reúne con los viejos amigos. Patrizia se encuentra con el marido, Ettore, el cual es, a la vez, el jefe de Sandro. En Italia, desaparecen 40 000 personas todos los años. Giulia tontea con un joven pintor. Dibuja exóticos desnudos. Ningún paisaje posee la belleza de una mujer. Giulia es como Oscar Wilde. Dale más y hará menos de lo estrictamente preciso.
Sandro sigue con la búsqueda. Ninguna novedad. Claudia le acompaña. Rodeados del reseco paisaje, rendida al amor, retozan en la hierba, con pasión.
Recalan en una tórrida ciudad, conducidos por los indicios que poseen. Sandro irá a preguntar en el hotel. Claudia aguarda en la plaza. Los lugareños, atraídos por la mujer, la cual ven como una extranjera, agrupados como reptiles que buscan transmitir el contagio de las bacterias de sus bocas, forman una aglomeración de hombres fascinados. Sandro no encuentra a Anna.
De turismo por la ciudad, en lo alto del campanario de un convento, el hombre cuenta que efectúa presupuestos para los programas de los demás. Requiere a Claudia que se case con él. Claudia no lo ve claro. Tocan las campanas, y los ecos se multiplican desde otros lugares. Decididamente enamorados, Claudia se muestra eufórica.
De paseo por las plazas de la ciudad, Sandro repara en el dibujo de un pintor. Realizaba el boceto de una hornacina de concha, y vierte la tinta sobre la pintura.
En el hotel, Claudia no desea atender los impulsos amorosos del momento. Tendría que manifestar contento. Tiene una aventura. Resuelven marchar.
De nuevo en Palermo, Claudia choca casualmente con Patrizia en el hotel. Precisan vestirse, es una fiesta y todos visten de gala. Pero, agotada por el cansancio, opta por el descanso. Sandro acude a la fiesta, aunque permanece solitario. Claudia no consigue dormir, y pasea por la habitación, desvelada.
Es un nuevo día. Demasiado temprano, en el hotel domina el silencio. Claudia pregunta en la habitación de Patrizia por el marido, Ettore. Le preocupa que Anna haya vuelto. No debe obsesionarse con esa idea. Todo se vuelve sencillo. Incluso no sufrir.
A través de los restos de la pasada fiesta, busca a Sandro. Y lo encuentra en compañía de una descarada vedette, arrebujados en un sofá. Decepcionada, huye del lugar. Después de soltar unos billetes, el hombre busca a Claudia. Los dos lloran por el fracaso. Claudia acaricia a Sandro. Disculpa el desvarío.
Ana Kontroversy
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