Jeannne Tournier (Jeanne Moreau) era provinciana de nacimiento y educación. Había quedado en Dijon, para casarse con Henri Tournier, propietario del "Moniteur de Bourgogne". Henri amaba a su mujer, pero dedicaba al periódico la mayor parte del tiempo. Jeanne vivió de esa manera varios años. Animada por el marido, últimamente había tomado la costumbre de ir en dos ocasiones al mes a pasar unos días en París, a casa de una amiga, Maggy. Se divertía y alternaba con cualquier tipo de personas, y había encontrado a Raúl Flores, un jugador de polo.
Era una burguesa de provincias, con una hija, Catherine. El esposo la sobrepasa en edad. Jeanne desborda en atractivos. En una trivial conversación, remarcan las diferencias de sexo. Define a Raúl amable e inteligente. Henri reprocha que ignora lo que pasa.
Por una extravagancia del carácter, Jeanne siente que los celos la dominan. Y decide visitar la redacción del periódico. Apunta, que la secretaria del marido tiene suerte.
Puesto que Henri le prestaba poca atención, Jeanne se imaginaba libre. Y viajaba a París asiduamente. Maggy sugiere que haga caso a Raúl, el cual la adora, ya que el esposo no la ha esclavizado. En la gran ciudad, disfruta de las cotidianas cenas, los bailes y las atracciones.
La doble vida de Jeanne Tournier, repleta de inquietudes, no duró demasiado. Una noche, que se preparaba para viajar a París, Henri montó en cólera. Suele beberse más de la cuenta. Sólo se buscan excusas para justificar una mentira. Maggy la invita cuando quiere. Sin embargo, no invitó a Maggy nunca. No tiene ningún motivo para irse. Siempre la exacta canción, Maggy y Raúl. Quiere ver de cerca a esos personajes, que tienen la ventaja de divertirla.
Cuando Jeanne se concentra en Raúl siente inquietud. Puede que eso sea el amor.
De camino a casa, el auto, un 203, sufre una avería en el motor. Es auxiliada por un joven, el cual traslada a Jeanne al garaje del próximo pueblo. Pero no pueden atenderla en ese momento. Regresa a Dijon con su acompañante, quien tiene que pasar a cumplimentar a un viejo profesor.
Bernard Dubois-Lambert (Jean-Marc Bory), conduce con lentitud un mediocre automóvil. En la carretera, son adelantados por Maggy y Raúl, los cuales se dirigen a casa a cenar. Jeanne define al marido como un oso, que come miel y estrangula a las víctimas. Divertida con el amable protector, ríe a carcajadas, mientras los amigos y el marido beben unas copas en el jardín.
Bernard es arqueólogo, pertenece a una famosa familia de la región. Insisten en invitarle a cenar y pasar la noche. A Maggy se le antoja pretencioso, de esos que la alteran.
Las sospechas de Jeanne se justificaban. La cena era siniestra. Educadamente, Raúl llenaba los silencios. Un murciélago pasó revoloteando por el salón.
Planean ir de pesca al día siguiente, a los lagos de Arcilly.
Tras la cena, conversan en la biblioteca. Henri muestra a Bernard unos viejos volúmenes. Encontraron objetos de oro y bronce en Chatillon. Jeanne explica a Raúl, que Henri no es habitualmente amable y encantador. Representa una comedia. Se retiran a las habitaciones pronto, excepto Bernard, quien ojea los libros y escucha música.
Raúl pretende ver a Jeanne, pero es peligroso y estúpido.
Su mundo se derrumbaba. Un marido odioso, un amante casi ridículo, Jeanne calculaba vivir un drama, pero sólo era un vodevil. De pronto, deseó ser otra.
Bernard se ausentó con el tocadiscos en marcha. Jeanne acude a apagarlo. Sale en la noche del edificio y encuentra al invitado. Se podría enunciar que se hallaba al acecho. Pero no aparentaba haberla reconocido. Pasean por el jardín. Bernard busca refugio en los sueños, donde todo es hermoso. Jeanne estima la luna banal. Bernard, romántico, recita unos versos, que hablan del resplandor de la luna en la imagen de la enamorada. Consigue enternecer a la mujer, aunque busca huir. El amor puede nacer de una mirada.
En un instante, sintió que el malestar y las dudas desaparecían. No podía dudar. No hay que resistir a la felicidad. Pasean embelesados. Liberan unas truchas, atrapadas en las nasas colocadas por Henri. Son dichosos a bordo de una barca a la deriva.
Bernard odia volver a la casa, pero tienen que prepararse para el viaje. En la habitación de Jeanne, complementan las fases de pasión, decididamente enamorados. Le intuyó desde siempre, sólo a él. Le cuidará.
Los despiertan temprano, para ir a pescar. Bernard aborrece todo, los pasos, las voces, la agitación. Tendrían que haberse ido anoche, se encontrarían lejos.
El joven no quiere que acarree equipaje alguno. En la escalera, abandonan estupefactos a Maggy y a Raúl. Cuando marchan en el coche, todos los ven alejarse.
Jeanne suspira, porque se aleja de la pasada vida. Bernard ambiciona que siempre fuese de noche. Marcharán a cualquier sitio. Efectúan una parada en un bar, para desayunar. Reciben con gusto la vista del sol.
Partían para un largo viaje, del que percibían las incertidumbres. Desconocían si reencontrarían la felicidad de la primera noche. A la hora peligrosa del amanecer, Jeanne había dudado. Sufría desasosiego, pero no se arrepentía de nada.
Ana Kontroversy
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