martes, 7 de mayo de 2013

MICHELANGELO ANTONIONI. L'ECLISSE, 1962





Vittoria (Monica Vitti) y Riccardo, prometidos, han agotado el amor que los unía. Invadidos por el hastío, nada los liga. Vittoria decide marchar. Las miradas son distanciadas y de desafío, son dos extraños. Fue una terrible noche. Pero es la última vez. Riccardo quiere saber qué hacer sin Vittoria. Cuando se enamoraron, la mujer tenía veinte años. Era feliz entonces. Tiene la traducción de un artículo en alemán. Lo siente, pero no podrá hacer la tarea para él. Evitan exponer ciertas cosas. El hombre pregunta si no le ama ya más, o no quiere casarse. Vittoria duda. La ruptura es completa. No quiere que la telefonee.
Vittoria acude a la Bolsa. En el estruendoso y desquiciado ajetreo de la sala, la madre prueba a jugar con las acciones. Las informaciones recogidas de una manera casual, son empleadas como inversión. Los infartos son frecuentes en los corredores, debido a la alta tensión del oficio. La madre de Vittoria vive sólo para esta tarea. Descuida a la hija, quien reclama en vano la atención.
Una vez en casa, Vittoria explica a una vecina amiga, que se siente deprimida, disgustada y utilizada. Algunas agujas y el hilo, o un libro, o un hombre, es idéntico. En el apartamento de Martha, la cual residió en Kenia, la protagonista, ataviada como una nativa del país africano, escenifica una graciosa y exótica danza. Comentan la situación africana, el deseo de expulsar a los europeos y la autosuficiencia de los autóctonos.
Un paseo en aeroplano. Un tipo de nube semeja un nimbostratus. Se hallan compuestas de gotas de agua y copos de nieve. Unas vistas de Roma desde las alturas.
Piero (Alain Delon), escucha los consejos del experto en mercados. Tiene que relajarse con las indicaciones, el mercado se encuentra un poco inflado. Debe comprar poco. No le gustan las noticias de Rusia. Además, con el clima  caliente, la gente tiende a dejarse y abandonar justo antes de las vacaciones. Las sesiones de la Bolsa son demenciales.
La madre de Vittoria rocía de sal el sitio en el que se sitúa con el propósito de captar la suerte. No venden nada aquí. Si invierten en vender, sólo harán caer el precio. Para cubrir las pérdidas, cada 200 puntos bajo, cubrirán desde 500. O lo cubren o lo tendrán que vender todo.
La jornada es catastrófica, todo se encuentra colapsado. No es habitual. Alguien mueve siempre los hilos. Son los políticos. Vittoria protesta, aborrece ver a su madre desquiciada. Precisará millones con el fin de nivelar las pérdidas. Sin embargo, todo se puede recobrar, especialmente aquí. Aunque para muchos, es un completo desastre. El dinero perdido no se sabe a donde va.
Piero siente atracción por Vittoria, y la acompaña, tras la agitación del mercado. La joven le invita a casa. Muestra unas fotos y cuenta el pánico de la madre por la miseria. A Vittoria no le preocupa. Rechaza un beso. La madre llega y consulta la manera de arreglar las cosas.
En el despacho del jefe de negocios se plantea la cuestión de como informar a los clientes que  invirtieron una mayor cantidad de dinero. El mercado refleja el sonido de la situación industrial. El flujo de capitales sigue siendo alto. Otros países siguen en actitud de comprar. Suiza sigue en plan comprar. El Banco de Italia da tiempo extra a aquellos que se hallan en posiciones débiles. Siempre existe la ilusión de que el ministro haga algo. El jefe califica a Piero de despierto, inteligente, lúcido. No obstante, dejó ir a los clientes sin anotar las nuevas direcciones. Los mejores clientes quedan, sin ansiedad.
Piero busca a Vittoria, en la noche. Un borracho que pasa por la calle, roba su coche deportivo. Vittoria realizaba una traducción al español.
Una grúa rescata el auto, precipitado en el fondo del río, con el conductor ahogado. La pareja, citada en el lugar del accidente, Vittoria determina no dejarse conducir por el atractivo joven experto en finanzas. Mantiene una prudente distancia. Le llama por teléfono, pero sin identificarse. Sufrirá la impaciencia del receptor. El autor ofrece una farsa industrial.
Una nueva cita. Visitan la casa de los padres de Piero. Es un piso clásico, adornado con objetos   artísticos. Piero explica la pasión por la bolsa. Tendría que acudir asiduamente para entenderlo. Si uno se involucra, se convierte en una pasión. Unos amorosos abrazos no convencen a Vittoria. Si la ropa se rompe, es culpa del material. Por fin, una demostración de amor. Y después, un rato sentados en un prado. 
Vittoria no extraña el matrimonio. Piero se siente desorientado. Mientras permaneció enamorada de Riccardo, por supuesto, se compenetraban. Luego, no hubo más que entender. Piero quiere averiguar si podrían probar. Vittoria desearía no amarle, o amarle mucho más.
Juegan, idílicamente enamorados. Planean verse día tras día. A pesar de la anterior experiencia, que inundó de desconcierto a la joven, frente la cotidiana monotonía de la existencia.



Ana Kontroversy




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