Raymond Naldi y Abel Davos (Lino Ventura), dos viejos amigos, quedan citados en el andén. Davos contaba con la mujer y los dos hijos, Pierrot y Daniel. Es el último viaje. La señora Davos tenía el bolso liquidado de dinero. Pero, señala una voz en off, para abandonar Italia, para pasar la frontera, se precisaba mucho más.
El dinero, los dos hombres no sabían más que una manera de conseguirlo. Abel Davos es un condenado a muerte en rebeldía. En fuga desde hace dos años, vio consumirse el capital, a la vez que la inquietud le empujaba a desplazarse sin cesar. El cerco en Italia se cerraba cada día. Francia volvía a ser preferible.
Abel y Raymond acechan a dos guardias, mientras trasladan a pie una carpeta. Colocados a la altura de aquellos, les propinan un porrazo y huyen con el paquete. Con rapidez y disimulo montan en el coche previamente dispuesto. El botín es de 500.000 liras, el cual reparten.
El propósito es llegar a Ventimiglia. Echan a suertes a cuál toca viajar en moto, aunque Raymond la conduce voluntario.
A la vista de un control de carretera, el motorista desvía la ruta hacia los prados, con lo que es perseguido, ocasión aprovechada por Davos, el cual puede pasar la barrera, y no desperdicia descalabrar al guardia, que informaba del incidente. Tras una huida acelerada vuelven a encontrarse. Un bus acerca a los fugitivos hacia la familia de Davos.
El contacto, después de ver lo obtenido, muy por debajo de lo previsto, advierte a los fugitivos, que permanecer en una ciudad fronteriza es peligroso. Sugiere ir por San Remo, ya que se encuentra lleno de turistas.
Guiados por un marinero, en una ligera embarcación, alejados de la costa, voltean al agua al timonel. La noche es lóbrega. Pretenden desembarcar en Menton. Sentados los niños en la orilla, fueron atrapados por los aduaneros. No esperaron a disparar y el tiroteo cobró las vidas de la señora Davos y de Raymond. Davos redujo a los centinelas y escapó con los hijos.
El investigador reconoce a Raymond Naldi. Antes de Italia actuaba con Pierrot Lefou.
En la penumbra de una iglesia, Davos alecciona al mayor de los niños. Es decisivo que caminen detrás del padre por la calle, a diez metros, de la mano y sin pararse. No deben hablar. Y si algún día ven a hombres que le rodean, tienen que escapar por el otro lado.
Se hallan en Niza, y Davos llama a París. No se siente sano. Convoca a los amigos.
Riton de la Porte, con el que habló, no era un hombre que se arriesgase por los amigos. Comenta la recogida de Davos y los hijos con Raoul Farger, ex desvalijador de cajas fuertes. Era propietario de un hotel y de una casa de campo. Adquieren una ambulancia, para ir en su busca.
En el piso en el que Davos se esconde, el casero siente advertirle de los peligros y las habladurías, el riesgo de tenerlos. Arropados con unas mantas, Pierrot y Daniel duermen en la playa.
El contacto parisino de Davos selecciona un conductor, Eric Stark (Jean-Paul Belmondo). Davos especula, porque no es Stark el que tendría que haber llegado. En la ambulancia, el criminal aparece vendado. Pasa por un paciente. La camioneta tiene un escondrijo en los asientos, con el objeto de camuflar a los niños.
Una visión en la noche, una joven es abofeteada, impulsa a Stark a aparcar el vehículo y ajustar las cuentas al agresor. La joven es Liliane (Sandra Milo) y hace teatro. El auriga cuenta que el hombre vendado es víctima de los disparos de la esposa y que trasladan a los niños con unos tíos. No declararon las heridas de bala y pueden arrestarlos. Ataviada con una blusa de enfermera, Liliane acompaña al herido. Liliane distingue una metralleta escondida en la litera. La cubre con la manta. Cerca de París les retiene un control. Al abrir la puerta de la ambulancia, la enfermera exclama, por favor. El registro no se efectúa. Llegados a París, Stark despide a Liliane.
En el bar de Riton, el dueño especifica que no desean reincidir. El asunto no es fácil. Stark da un paseo con los hijos. Los tres amigos agrupados, ante las evasivas y las dificultades, Davos, enfurecido, rompe un espejo y marcha, aclarando que no busca caridad.
El fugitivo encomienda a los pequeños a Chapuis, un amigo de la familia, un viejo bedel de un museo de la marina. Stark invita al preocupado padre a instalarse en una habitación del piso.
Eric recoge a Liliane en el teatro, terminados los ensayos de "Vassa", de Máximo Gorki. En la cena, juega con la joven respecto de si es un ladrón. Cada uno entiende su pasado.
Stark proporciona a Davos la documentación, con el pasaporte. Sugiere que actúen unidos. Davos aborrece los socios.
Davos prepara un golpe. Visita a Arthur Gibelin (Marcel Dalio), decorador. Pretende vender unos diamantes. Pero las piedras son falsas, son imitaciones. Amenaza al interiorista con una pistola y lo obliga a mostrar el dinero. Tiene en cuenta esta serie de viejos amigos, gentes que ya le chuparon bastante.
Los colegas, juramentados, podrían resultar los próximos atacados. Un fulano sigue por la calle a Stark. No obstante, pronto se adueña de la situación. En el piso, lo golpea y reduce a la indefensión. Es un detective, tras la pista de Davos, aunque no se enteró exactamente del motivo de la persecución, un asunto de amantes.
Davos indaga en la agencia de detectives y, a través de teléfonos ocultos, encuentra al que contrató la investigación. Fue Arthur Gibelin, el cual a la sazón, acude a la agencia. Gibelin quiere recuperar el dinero. Sometido a Davos y presionado a dirigirse a las afueras, le disparó. El siguiente es Farger. Lo mata frente a su casa.
La Brigada Criminal recaba información en el bar de Riton y van por Stark. Davos capta la tensión y escapa.
Decide retirarse en este punto.
Algunos días más tarde, Abel Davos fue detenido, posteriormente fue juzgado, condenado y ejecutado.
Ana Kontroversy

No hay comentarios:
Publicar un comentario