Son tiempos de guerra y Ester y Anna (Ingrid Thulin y Gunnel Lindblom), dos hermanas, con el hijo de esta ultima, Johan (Jörgen Lindström), viajan en el tren. Ester ofrece síntomas de padecer una enfermedad. No puede respirar y sufre náuseas. Vagones cargados de tanques desfilan, al amanecer, a la vista del niño.
Instalados en un antiguo y lujoso hotel, Ester permanece en cama. Desdeña llamar a un médico. Se dirigen camino a casa, pero la indisposición de Ester les demora.
Ester es traductora. Mitiga los accesos de tos con la ingestión de vodka. Sintoniza en la radio una emisora que transmite una melancólica música clásica.
La ciudad en la que recalan es un lugar de tráfico regular. No entienden el idioma, apremiados a expresarse a través de gestos. Ester disfruta del sexo, que proporciona por cuenta propia.
Como la madre permanece soñolienta en la cama, Johan explora los pasillos del hotel, provisto de un revólver de juguete. Se burla de un empleado. Descubre la troupe Eduardini, de Madrid, una compañía de enanos, los cuales ríen sus gracias. Adornan a Johan con un vestido de niña. Y hace pis en un pasillo, disimuladamente.
Anna sale a pasear. Ester sufre un acceso. Siente humillación. Tiene que mantener la mente despejada. Aunque preferiría que todo terminara. Es atendida por un amable maître, ayudada a acomodarse.
Anna muestra complacencia por las atenciones del camarero de un bar, que la lisonjea eróticamente. En un local de variedades, Anna espía una pareja hacer el amor apasionadamente. Excitada, abandona el teatro, no sin volver al bar un instante.
En el hotel, el maître ofrece a Johan un divertido numero, que consiste en envolver una salchicha con una lechuga y hacerla tomar movimiento y vida, para engullirla fatalmente. Muestra al pequeño fotos de la familia.
Anna regresa al hotel. El vestido exhibe unas extrañas manchas. La propia Anna precisa de la higiene. Increpa a Ester, no acierta por qué la inquieta.
Es de noche en esta ciudad de paso, cuyo nombre es Chamoca, pero las calles se encuentran transitadas. Ester sugiere marchar, sin esperar otro día. Aunque no pueden dejarla sola y a la vez no conseguiría resistir el viaje.
Anna dispuesta a salir de nuevo, Ester aduce que se le nota la falta de honestidad. Frente a esta respuesta toma asiento. Conversan. Recuerda cuando viajaron a Lyon y la amenazó con contarlo al padre. Anna decide aclarar que retozó con el camarero de un bar. Hicieron el amor en un rincón de una iglesia oscura. Esta vez tendrá la precaución de quitarse el vestido. Ester no desea que entienda que se halla celosa. Y cuando la acaricia, Anna huye. La espera en el pasillo el camarero y acceden a una habitación del hotel. Johan los ve encerrarse. Se entregan a una pasión erótica y escandalosa y al ardor que los consume.
Johan asiste al ruidoso sueño de Ester y ve, a través de la ventana, el avance de un tanque blindado. Encuentra rara a la tía Ester. Iba a leer en voz alta, pero ofrece un teatro de marionetas, que hablan un idioma indefinido porque tienen miedo. A Johan le saltan las lágrimas y busca refugio en el regazo de Ester. Mientras lee un libro de cuentos de Lermontov, Johan reveló la confidencia de que la madre se encontraba en una suite cercana.
Anna, en el anonimato que proporciona el desconocimiento del idioma, explica al amante que le gustaría que Ester desapareciese, que la menosprecia y que la rebaja. Escucha los sollozos de la hermana detrás de la puerta. Y cuando Ester penetra en el cuarto, Anna ofrece un espectáculo sexual, que rechaza atender. La amenaza con sus preámbulos. Sólo puede vivir si todo semeja profundo y lleno de sentido. Se encuentra llena de odio. Ester se siente conmovida. Anna llora histérica y desahoga la frustración con el sexo.
Cuando Anna se ausenta de la habitación, el cuerpo de Ester, tendido delante de la puerta, impide la despedida. Anna decide marchar con el hijo en el tren de las dos. Ester escribe un inventario de las palabras del idioma extranjero, para uso del sobrino.
Tiene dolores en el pecho, es un problema de la circulación. Consumida, capta el aislamiento. Ensaya diferentes actitudes pero, al final, ninguna tiene sentido. Las fuerzas son demasiado poderosas, terribles. Es preciso moverse con cautela con los fantasmas y los recuerdos. Sobra el razonar acerca del desamparo, es completamente superfluo. Su condición se llama euforia. Rememora el recuerdo del padre. Siente aprensión de ahogarse. Manda llamar al médico.
Johan regresa para despedirse y encuentra a la tía Ester con la sábana sobre el rostro. Pero ya consiguió tranquilizarse.
Ana Kontroversy

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