Tahei y Mataschichi, dos campesinos, soldados de fortuna, malolientes y harapientos, discuten por la falta de éxito. Son testigos de la ejecución de un evadido, a cargo de unos soldados a caballo. Uno quiere pasar la frontera, aunque escucha la dificultad de burlar el control. El otro, el cual robó las ropas del ajusticiado, ve un cartel en un mercado. Ofrecen una recompensa de diez piezas de oro por la captura de la princesa Yuki Akizuki (Misa Uehara), y tres piezas, para aquellos que permitan su seguimiento. Por disposición de Yamana.
Los que quieren cruzar la frontera aprovechan la niebla. Pero son atrapados. Del numeroso conjunto de prisioneros, aquellos amigos vuelven a encontrarse. Encerrados en profundas mazmorras, los obligan a cavar, para sacar 600 piezas de oro. Merced a una rebelión escapan.
Planean ir en busca de la princesa, cuyo padre fue vencido en la guerra. Al preparar un arroz, que habían robado, comprueban que los palos de la fogata contienen unas largas planchas de oro, con el sello de la media luna, el blasón de los Akizuki. Es el oro que buscaban. Con la discusión por apoderarse del preciado metal, advierten que los vigilan. Y en la negra noche, un hombre se acercó a la hoguera. Parco en palabras, contesta con preguntas. Habla del oro que pueden obtener y les enseña el sitio en el que conseguirlo.
Tras una difícil escalada, advierten en el fondo del precipicio un refugio. El hombre que los seguía grita desde la pendiente, que bajen. Es el General Rokurota Makabe (Toshirô Mifune). Reconocen el nombre, es el general de Akizuki. A pesar de imaginar que los engaña, le escoltan.
En un exótico manantial sacian la sed. De regreso a la madriguera, ven a una distinguida joven. Pero se halla custodiada por Rokurota, quien los amenaza con matarlos si la tocan.
Encuentran una elaborada peineta y son castigados, ya que pertenece a la princesa Yuki.
Mataschichi desaparece con el objeto de informar a los soldados. No obstante, vuelve con la noticia de que la princesa fue ejecutada. Sienten haber dudado del general.
En las cavernas excavadas detrás de unas cataratas próximas al manantial, Rokurota explica a la princesa, que es la ocasión de escapar. La princesa Yuki manifiesta la furia por el sacrificio de la hermana del general, la cual les dejó libre el paso. La princesa nunca mostró sus lágrimas a nadie. Tiene la obligación de restaurar la dinastía. Rokurota cuenta con la ayuda de los soldados campesinos, dada su codicia. Un disfraz no ocultaría el abolengo y la manera de hablar de la princesa. Finjirán que es muda.
Cargan el oro en los caballos, que había permanecido escondido en el manantial, en las fundas de los palos. Y emprenden el camino. Dan un rodeo, para evitar la frontera. Cuando Rokurota sale a explorar, los fugitivos huyen a tientas. La princesa sigue sus pasos. Cogidos por los guardias, no les queda otra solución que unirse a la expedición. Rokurota los abofetea.
La fortaleza fue encontrada y el humo del incendio es visible a larga distancia. Los evadidos cruzan el puente como simples leñadores. Rokurota enseña al guardián un palo de los que tienen el oro. Quiere una recompensa, pero le echan sin contemplaciones. Pronto llega la noticia de la partida de la princesa y el estrecho cerco del paso.
Pernoctan en una ciudad. La princesa contacta con una esclava maltratada, capturada en Akizuki. Los del local pretenden comprar a la princesa Yuki, aprecian que es especial. Pero renuncian cuando informan de su mudez.
En ruta, unos soldados a caballo sospechan de los caminantes. Pero Rokurota los reduce con valentía. En la persecución, da con el fuerte del general Hyoye Tadokoro, el cual reconoce a Rokurota. Se da el gusto de luchar con la lanza. El hábil Rokurota resultó vencedor.
Encuentran una larga procesión, que se dirige a la fiesta del fuego de Yamana. Se incorporan a la expedición. En la celebración, al lado de los adoradores del fuego, que cantan himnos y danzan, alimentan la hoguera con los hatos de palos. Danzan frenéticamente hasta que, al amanecer, recogen furtivos el oro desprendido. Los campesinos de fortuna no aguantaron hurgar en las cenizas y fueron atrapados por dos guardias. Rokurota obligó a los que los asediaban a cargar con el oro a sus espaldas.
Cercados y atrapados, el enemigo se apoderó del oro y aprisionó a la princesa y al general. Maniatados, Rokurota interroga a Hyoye, el cual aparece con el rostro ultrajado. La princesa desvela su personalidad. Declara que experimentó una felicidad que no había sentido en el castillo. Vio las personas como son. La belleza y la fealdad. Exaltada, entiende que es el fin.
La princesa y el general, a punto de ser ajusticiados, Hyoye deja escapar los caballos con el cargamento de oro, mientras se desprende de los guardianes. Hyoye deserta y sigue a los intérpretes.
Conducidos al tribunal, los campesinos soldados comprueban que quienes los juzgan son la princesa Yuki y el general Rokurota. Tienen que satisfacerse como recompensa con la libertad y una pieza de oro. La princesa encuentra al general muy guapo y apuesto con la armadura.
Ana Kontroversy
No hay comentarios:
Publicar un comentario