jueves, 28 de febrero de 2013

YASUJIRO OZU. TOKYO NO YADO (UN ALBERGUE EN TOKYO), 1935







Por las afueras de la ciudad, en el paisaje de las fábricas, las chimeneas y los castillos industriales, dos niños siguen al padre. El niño grande carga con un hatillo. El progenitor pregunta por algún empleo. Es un experto del trabajo del torno. La respuesta es negativa. Viene de lejos, expresamente. Los niños cuestionan por qué no le cogen, si los fabricantes son numerosos.
Ven pasar unos colegiales en fila. Niegan tener hambre. Pero el pequeño comienza a llorar. Persiguen a un perro solitario. El anuncio de la búsqueda de perros perdidos, ofrece una recompensa al que los encuentre.
Pasan la noche en un albergue (Manseikan). A los niños les gusta el sombrero de otro chico. Planean por donde buscar empleo mañana.
De nuevo en marcha. Ven pasar otro perro perdido. Y consiguen atraparlo. Obtienen la recompensa. Pero el mayor gasta el dinero en la compra de un sombrero, similar al que les había llamado la atención. El padre   reprocha que adquirieron una cosa inútil.
Traban amistad con una señora, la cual también pasea por los descampados de las fábricas, en compañía de una niña. 
Fantasean con la comida. Es el juego de calmar el hambre. Les apetece una pasta de arroz, carne con verdura. El padre prefiere un trago de sake.
En el albergue recuerdan que hoy caminaron mucho, y que es inútil buscar por la fábrica. También se hallan alojadas la señora y la niña.
Probablemente les irá mejor hoy. El niño grande convida al padre a una serie de vasos de sake. Y calamares. Sugiere una taza más grande. Es un pecado dejarlo caer. Encontró dinero. Tiene que dejarlo volar. Es una bella sensación. Para el pequeño, el té.
La señora y la niña vagan por los lugares que frecuentan. La pequeña se llama Kimi. Los jovencitos entablan en seguida amistad. Conversan acerca del albergue. También se encuentran sin casa. Los dos buscan empleo, desde hace tiempo. En la despedida, formulan buena suerte.
Caminan constantemente. Un cartel anuncia la búsqueda de un operario. Los niños discuten sobre quien  tiene que cargar con el lío y deciden prescindir de la carga. El padre regresa sin haber encontrado colocación.
Esta noche no comen y duermen en el albergue, o comen y duermen al aire libre. Deciden alimentarse. En una taberna, desahogan el apetito. Pero surge un incidente. Llueve. No podrán dormir en el prado. En la noche, buscan donde cobijarse. Llueve fuerte. Pero cuando Tsune, la dueña, sale del bar, reconoce al padre, Kihaci. Les invita a su casa. Los niños quedan dormidos, sentados en un banco. Ofrece una ocupación al padre.
Los chicos tienen que despertar, o llegarán tarde a la escuela. Kihaci encuentra a Kimi y a la madre. No tomaron alimento, y las invita. 
Por la noche, los jóvenes comentan que Kimi tiene suerte por tener a la madre. Tener una madre es mejor que tener un padre. Prometen  jugar con la amiguita.
La mañana siguiente juegan y almuerzan en compañía. Kihaci  pregunta por un empleo para la madre de Kimi. Tiene que encontrarlo pronto. Deben recomenzar.
Kihaci da rienda suelta a la afición al sake.
La señora y Kimi siguen en el albergue. Kimi tiene un juguete. Por la presión de una pera, dos pequeñas bailarinas autómatas, danzan. Pero la fiebre la muestra decaída.
Los niños preguntan qué habrá pasado. Hace varios días que no ven a sus amigas.
Kihaci frecuenta una taberna, y las botellas vacías de sake aumentan en numero. Ante él aparece la madre de Kimi. No creía que trabajara en un local del género. Tirada en el suelo, la dama llora. Sólo quiere el dinero. Kimi enfermó de disentería. El dinero conseguiría la recuperación. De improviso, el mundo se le reveló todo negro. Sospechó que todo había terminado. Concibió suicidarse. No le importa qué pueda sucederle, sólo concentra sus cuidados en la hija. Kihaci alienta a la desdichada. Encontrará el dinero. Velan a la enferma en el hospital.
El hombre acude a Tsune. Por lo visto, ha vuelto al vicio. Aunque anteriormente le había ayudado económicamente, no pide que lo restituya, pero no puede exigirle más. Ofrece sus excusas.
Kihaci vaga en la negra noche. Tropieza en la calle con los que pasean. Y sigue con la bebida.
Un guardia recibe una llamada y se apresura en su cumplimiento. El padre retorna a casa. Ve a los niños dormidos. Despierta al mayor y ofrece dinero para la madre de Kimi. Los viste y envía al hospital.
Llama a la puerta de Tsune, la cual duerme. Cuando la mujer sale a la calle, un guardia  pregunta si vio a un obrero. Varios gendarmes andan en su busca. Kihaci penetra a escondidas en la casa. Implora un favor. Cuidar de los niños. Robó un dinero. Quiere salvar a una persona. Si Tsune tuviera hijos, lo entendería. De haber sabido para qué era, habría dado lo que hiciese falta. Hizo ya mucho por él. Tsune imaginaba que la fortuna había empezado a sonreírle. Fueron los diez días más felices de su vida. Kihaci pregunta por la comisaría más cercana. 


Ana Kontroversy



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