Aquel día, cuando hubo anochecido, Shuji (Tokihiko Okada) asaltó una oficina, y maniató a los empleados. El guardia había conseguido evadirse y efectuar una llamada a la comisaría, aunque fue igualmente reducido, y el cable telefónico cortado. Enmascarado y con un revólver, el ladrón escapó con una cantidad de billetes, apresó al guardián, que no se resignaba a dejarle marchar impunemente, y la marca de una mano quedó estampada en una puerta. Las fuerzas fueron ampliamente movilizadas.
Shuji huye con sigilo, desanuda el pañuelo usado como máscara y, adherido a las paredes de las calles, busca, precavido, un sitio por el que evadirse. La vigilancia de cada rincón es muy estrecha.
Aquella noche, en otro ángulo de la ciudad, en una casa que manifiesta el gusto occidental de los moradores, con carteles de Walter Huston, "Broadway Scandals", una pared con un texto escrito en inglés, "Brodway Daddies", el doctor Suda (Tatsuo Saito) y Mayumi (Emiko Yagumo), la mujer de Shuji, velan por la hija, la cual se encuentra enferma en cama. Realmente preocupados por el estado de salud de la niña, el doctor diagnostica, que si supera la noche se hallará fuera de peligro. Mayumi no duerme desde el día anterior.
El doctor finaliza la consulta, y Mayumi acecha el regreso del marido. La niña pregunta por el papá, quiere que vuelva. La madre explica que busca dinero para curarla. La fiebre desequilibra a la paciente. Llama mentirosa a la madre. Una bolsa con hielo, suspendida de una cuerda, refresca la frente de la convaleciente.
Shuji permane agazapado y sigiloso. Descubierto, le persiguen en fila, a punto de darle alcance. Agachado en una cabina telefónica, llama al doctor Suda. Tal vez esta noche no pueda volver a casa. Pregunta por la hija. La respuesta es que se halla en una fase crítica. El doctor no conoce el impedimento, pero esta noche tiene que retornar a casa.
Toma un taxi y consigue dar esquinazo a los perseguidores.
Toma un taxi y consigue dar esquinazo a los perseguidores.
Con precaución, llega, por fin, al hogar. Cansado y sudoroso, entrega a la mujer un montón de billetes. Desconfiada, Mayumi escucha la explicación de Shuji. Todos son pobres, ninguno tiene dinero para prestarle. No puede dejar extinguirse a Michiko, tiene que curarse.
Una insistente llamada a la puerta, viene a unirse al cúmulo de preocupaciones. Shuji desaparece tras unas cortinas y Mayumi, después de guardar el dinero y esconder la pistola bajo el colchón, abre a Kagawa (Fuyugou Yamamoto), un detective, que pregunta por el marido. La señora contesta que salió esta mañana y que no ha regresado. Pretende despedirlo, pero espeta que espera que vuelva. Mayumi muestra desagrado, por la enfermedad de la pequeña. Responde que no le dará fastidio. Puede ayudarla a romper el hielo. Husmea por la estancia. La mujer suplica que marche, la niña se muestra desconcertada. Lo considerará una molestia, pero tiene que hacer su deber.
Encuentra el sombrero de Shuji encima de la mesa. Con un arma en la mano, ve moverse las cortinas. Conmina a salir a quien se oculta. Mayumi recoge el revólver debajo del colchón. Lo dirige a la espalda del detective que, manos en alto, abandona la propia arma. La mujer grita al marido que escape. Sale del escondrijo y atiende a Michiko, quien reclama al padre. No puede desasistir a la pequeña. Mayumi empuña un revólver en cada mano y explica a Kagawa que cuando la hija se cure, Shuji irá a entregarse. El agente toma asiento, y un lazo en un dedo le recuerda que es la hora de tomar las pastillas. Con tranquilidad, un vaso de agua, que refrescaba una flor, le ayuda en la ingestión de la medicina.
Encuentra el sombrero de Shuji encima de la mesa. Con un arma en la mano, ve moverse las cortinas. Conmina a salir a quien se oculta. Mayumi recoge el revólver debajo del colchón. Lo dirige a la espalda del detective que, manos en alto, abandona la propia arma. La mujer grita al marido que escape. Sale del escondrijo y atiende a Michiko, quien reclama al padre. No puede desasistir a la pequeña. Mayumi empuña un revólver en cada mano y explica a Kagawa que cuando la hija se cure, Shuji irá a entregarse. El agente toma asiento, y un lazo en un dedo le recuerda que es la hora de tomar las pastillas. Con tranquilidad, un vaso de agua, que refrescaba una flor, le ayuda en la ingestión de la medicina.
Son las tres de la madrugada. Shuji rellena la bolsa de hielo. Mayumi, desvelada, ofrece síntomas de cansancio, las manos vacilan. Kagawa fuma, apoltronado en un sofá. Un bostezo del vigilante incrementa el agotamiento de la mujer.
Es un nuevo día. A Mayumi la dominó el agotamiento, y el detective arrebató los pertrechos. Alienta a la señora, no debe preocuparse, de otro modo despertará al bebé. Shuji duerme, la cabeza reclinada en la cama de la enferma. Esperarán la llegada del doctor. La madre tiene que reposar. Y Kagawa advierte que recuperó el dinero robado.
Con el crepúsculo matinal, el gendarme aguarda con las esposas dispuestas. Ojea un cuaderno con dibujos de Michiko, en el que figura un gráfico, tal vez con las cuentas de la familia.
El doctor es portador de buenas noticias. La niña ha superado el momento crítico y está mucho mejor. Naturalmente, tiene menester de cuidado.
Shuji da las ultimas caricias a la enferma. El detective prepara café caliente, y deja desplomar las esposas, cuyo ruido atrae la atención de la pareja. Sentados al lado del bebé, consiguen que descanse.
Kagawa semeja dormido, el cigarrillo desprendido de los dedos. Mayumi insta al marido a huir pero, tras despedirle, encuentra al investigador alerta y a la expectativa. De hecho, dormía, pero no significa que lo ayudara a escapar.
Sin embargo, Shuji resuelve que no quiere escapar. Cuando la pena le sea descontada, podrá disfrutar tranquilamente con Michiko.
En la calle, acepta un cigarrillo, y despide a la mujer y a la hija desde la ventana. El detective encamina del brazo al capturado.
Un film en la carrera del melodrama. Urban Gad, "A Romany Spy", 1912; Herbert Brenon, "A Kiss for Cinderella", 1925; Joe May, "Asphalt", 1929.
Un film en la carrera del melodrama. Urban Gad, "A Romany Spy", 1912; Herbert Brenon, "A Kiss for Cinderella", 1925; Joe May, "Asphalt", 1929.
Ana Kontroversy
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