Para aquellos que quieran subirla, una escalera se esparce de las profundidades a las alturas -de las alcantarillas a las estrellas-, la escalera del Coraje.
En los tugurios de París, debajo de una calle conocida como el Agujero en el Calcetín, Chico (Charles Farrell) cumple una ingrata faena, sumergido en las cloacas. Su ilusión no es otra que ascender a barrendero, arriba, al sol, con la gente. Después de todo, es un tipo notable.
No lejos de aquí, tiene lugar una secuencia conmovedora. Diane (Janet Gaynor), una delicada joven, es cruelmente azotada por la hermana mayor, Nana. La obliga a dejar de balar sobre cosas robadas, y que traiga una botella de absenta. Deformada por las contusiones, Diane atraviesa la calle y, en un tugurio, desempeña un medallón para comprar el licor. Nana recibe a un clérigo. Ha venido al sitio menos adecuado para hablar de religión. Pero trae buenas noticias. Tras varios años, la tía y el tío regresan de los Mares del Sur. Son ricos. Quieren que las dos hermanas vivan en casa. Nana, hipócrita, agradece la noticia y garantiza que se hallará preparada.
El coronel Brissac queda pasmado de encontrar a las sobrinas en tal vecindad. Los tíos no confían en la mayor, y encuentran a Diane, la favorita, rígida, ausente de la realidad. Para la vejada joven, la tía huele a madera de sándalo y a lino fresco, a hogar. Ante el interrogatorio del tío, Diane sufre la torcedura de un brazo, con el fin de que responda que permanecieron limpias y decentes. No las creen y los parientes marchan, después de arrojar unos billetes en los desencajados tablones. Nana persigue a Diane escaleras abajo y a través de la calle, sin parar de azotarla con un látigo. Derribada al lado de la alcantarilla, pretende estrangularla. Pero es ayudada por Chico, el cual tiene a la perversa suspendida por las muñecas sobre el vacío séptico. Debe prometerle que no abusará nunca más.
Chico y dos compañeros comen sentados en el zaguán. Diane se mantiene inmovilizada en el suelo de la calle. Chico anima a Diane a no quedar como un pez muerto y estropear la fiesta. Trata de reanimarla con el olor de una cebolla. Como no puede incorporarse, la sienta al lado. El problema es que no se atreve a luchar. Tiene miedo. El clérigo, que coincidió con los peones, entrega a Chico una tarjeta, que le permite ascender a barrendero.
Diane encuentra una navaja y no vacila en apuñalarse, pero Chico retiene la mano suicida. Diane no desea vivir esta vida sin esperanza. Pero si ocurre que no quiere ser como es, no es mala. Conversan y el hombre ofrece aliento a la desventurada. Aunque no quiere meter la pata. Y, ya que la hermana fue detenida, podrá ir a casa de Chico, el 7º piso de un destartalado inmueble, cerca de las estrellas. Aunque no tiene que imaginar quedar allá.
Un inspector investiga la situación de la pareja. Chico compra un vestido de novia. Claro, que primero tiene que declararse. Considera que eso es muy tonto. Pero se hallan en el cielo. No se casarán en una iglesia, es ateo, caminó solo.
La calle muestra una gran agitación. Los carteles pregonan la orden de movilización general. El regimiento de Chico es el primero en la lista. Sale en una hora.
Diane, vestida de novia, escucha que la ama. Finalmente lo dijo. La novia no se encuentra habituadada a tal profusión de felicidad. Chico informa de la terrible noticia. No debe fijar la vista abajo, sino siempre arriba. Una apasionada y sentimental despedida. Cómo puede dejarla, si ni siquiera tienen tiempo para una boda. Unas medallas donadas por el clérigo equivalen a un símbolo nupcial. Una frase de despedida: "Déjame llenar mis ojos de ti. Todos los días a esta hora, las once en punto, llegaré a ti".
En el instante siguiente, la perversa hermana hace acto de aparición, escondida en el hall hasta que el hombre marchó. Desafiadora, se burla del vestido de novia y arranca la medalla del cuello. Pero Diane resuelve no dejarse avasallar. Arrebata el látigo y fustiga a la perversa, obligándola a desaparecer.
Ejércitos invasores, hordas con uniformes grises cruzan Europa, una marea creciente de muerte, que se extiende sin descanso hacia París. Las carreteras son filas atoradas, en zig zag, de vehículos movilizados.
El coronel Brissac busca un trabajo de guerra para Diane. El encargado del taller, que pretende a la joven, comenta que el mundo se encuentra patas arriba, ideales, creencias, todo desechado. ¿Qué importan las viejas reglas? Cada día puede ser el ultimo. Reclama dejar que la cuide. Pero Chico lucha en el Frente y Diane lucha en la factoría de municiones.
En el campamento, Chico y los soldados, cambian el pollo destinado a los oficiales, por un leño. Y a las once en punto, en un lugar apartado, contacta con la enamorada. Evocan los nombres repetidos y el cielo.
Día tras día, año tras año.
En un ataque incendiario, Chico resulta herido. Pierde la visión. Tiene que preguntar qué hora es para hablar con Diane. La mujer presiente el peligro. Conducido a la trinchera, entrega al cura la medalla, para que la envíe a la señora Chico.
El jefe del taller es el encargado de comunicar la noticia. Chico Robas figura como un cabo muerto. Diane responde que sabe que vive. Nunca le ha fallado. Un vecino, compañero de Chico, suscita la duda. Pero la medalla que porta el cura, socava sus energías.
Firmado el armisticio, la guerra termina. Diane se muestra desesperada. Pero Chico se apresura, ciego por las calles atiborradas, guiado por el instinto, camino a casa. Se aferra a tientas a los escalones. Diane, debilitada, no rehúsa el cuidado ofrecido por el guardián del taller. Estima que se halla de nuevo en el comienzo. Y cuando el reloj da las once en punto, Chico abre la puerta. Diane, impregnada de la ceguera del hombre, duda si es una alucinación. Hasta que se acerca y toca a Chico, arrodillada. Golpeado por cada cascarilla de proyectil, imaginaba que había fallecido, pero nunca sucumbirá. Sus ojos se encuentran llenos de la que ama.
Ana Kontroversy
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