Marianna (Vera Kholodnaya) es atraída para cubrir una vacante como lectora. La madre y la hermana propician la mejor suerte en la búsqueda.
Aunque el primer contacto no concede a Mariana la aptitud para el puesto por ser demasiado guapa y semejar frívola, el millonario Dymov, un melancólico sexagenario, termina por aceptarla, aunque bajo algunas condiciones. Se sentará con la espalda hacia el espejo. No debe acompañarla nadie, ya sea fuera o en la casa. Y si se promete, saber instantáneamente quién es él.
La joven informa a Sergei que no había dicho que tenía novio.
El hijo de Dymov cuestiona por qué esconde a su hermosa lectora. Es demasiado hermosa, demasiado pura para él. La esconde en vano y conseguirá verla.
En una fiesta animada por la hermana de Marianna, cuenta al novio que siente una fuerza oscura y terrible en el alma, que la atrae con el fin de adorar la riqueza, el lujo. Momentos terribles que el alegre amor de Sergei ilumina. Marianotchka recita transida un poema a los invitados. "Permíteme ir, querida, ir sin discusión, / No soy de los campos de hierba, / Crecí a la orilla del mar, / No sueño con la pequeña vela del pescador, / Sueño con los barcos".
Un testigo no invitado goza la ocasión de admirar la sensibilidad lírica de Marianna. El hijo de Dymov, el cual viene como embajador del padre. Requiere que vuelva a las recitaciones. El viejo Dymov se había acostumbrado a la lectora. Su cara le había recordado el rostro de alguien que quiso y que perdió. Marianna sentencia que nunca vuelve a lo que abandona.
El debut de Marianna en el teatro consigue la aceptación de la compañía teatral.
Visita a Dymov, quien sufre un derrame cerebral. Demuestra devoción por la mujer.
Marianna camina con dificultad por la nieve, fatigada. Apoyada en el tronco de un árbol, tropieza con el joven Dymov, el cual presagia ser su destino. Un sueño que desemboca en la realidad. Había quedado adormecida en casa del millonario. Dymov Jr, le entrega un dinero que el padre deseaba que aceptara en memoria de su preocupación por él. La amaba como a su propia hija.
En el hogar de Marianna adornan el árbol de Navidad. Dymov Jr. vuelve a visitarla con el programa para la fiesta del gimnasio. Marianna será la anfitriona. Solicitud aceptada con alegría.
Las dos hermanas engalanadas como damiselas en flor, Sergei ruega que no vaya a la fiesta.
La bailarina Leneva era la ultima favorita de Dymov. Aunque el joven millonario no escamotea halagar a Marianna.
El éxito teatral encumbra a la prima donna. La ultima noche. La próxima semana se encontrará casada. Dymov actúa. "Dámelo, mi Rautendelein" (personaje de la ópera "La campana sommersa", de Ottorino Respighi). Siente que fueron creados el uno para el otro. Marianna sólo le seguirá como un hada distante, libre e inalcanzable.
Instalados en el palacio Dymov, en casa de Marianna añoran la ausencia. Notifica haber encontrado lo que había buscado y ser completamente feliz. La vida gris con Sergei habría sido una violencia a su alma.
Marianna reciba la visita de un allegado de la familia, el cual pregunta cuándo será la boda. Desconcertada, supone que debería ser pronto. Dymov no atiende al sacrificio, si no fue esa la condición.
Marianna no ve ninguna solución. Quiere que la madre la libre del desasosiego. Se da cuenta del papel miserable que desempeña. Carece de garantías propias.
Enloquecida, sueña que vaga por las calles, adherida a los muros, que las fuerzas sucumben.
Un disparo termina con los sufrimientos.
Ana Kontroversy
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