Nueva Orleans, 1959. Michael y Elizabeth Courtland (Cliff Robertson y Geneviève Bujold) celebran, con un lujoso aparato, el décimo aniversario de boda.
Michael, un empresario exitoso, es agasajado por el socio, Robert La Salle (John Lithgow), que hace alusión a un importante proyecto inmobiliario. El Nuevo Complejo Pontchartrain.
Terminada la celebración, dispuestos al descanso, unos gritos desesperados de Amy, la niña, obligan a la madre a ir a ver qué pasa. Dos individuos, armados con pistolas, tienen amordazada a la hija y reducen a la señora Courtland. Cuando Michael acude, no encuentra a la familia, sólo un cierto desorden y una nota en las columnas del dosel de la cama. Los secuestradores reclaman 500.000 dólares, si quiere volver a ver a las mujeres vivas.
Las rehenes amordazadas, la pequeña es obligada a exigir el dinero, a través de una grabación magnetofónica. El padre tiene que tirar un maletín en la excursión del Cotton Blossom, un barco de ruedas del Mississipi. Robert acompaña a Michael en estos angustiosos momentos.
Courtland resuelve declarar la extorsión. El dinero tiene que salir de las ganancias del proyecto. El inspector le disuade respecto a la cuestión de entregar el dinero. Los billetes serán falsos y colocarán un transmisor en el maletín.
A bordo del barco, Michael lanza el paquete en el dique. Los secuestradores son perseguidos gracias al dispositivo de búsqueda instalado. Cuando descubren el engaño se hallan rodeados. Comienza la persecución.
Al pasar un puente levadizo, que en ese momento eleva la plataforma, el coche de los gangsters, en el que Michael presenció el traslado de Elizabeth y de Amy, envuelta en una manta, hace explosión trágicamente.
Courtland dedica a la familia un mausoleo, inspirado en la Iglesia de San Miniato al Monte, de Florencia.
En 1975, el Park Pontchartrain es abierto al publico.
Un viaje de negocios conduce al empresario hacia Florencia, en compañía del socio. Robert viajó asiduamente a la ciudad italiana.
De turismo por Florencia, Michael visita San Miniato, recinto en el cual conoció a Elizabeth. Emprende la escalada del profuso plano y, cuando accede a la iglesia recibe un fuerte impulso. Una joven restauradora trabaja en los murales del templo y es fisonómicamente idéntica a la esposa desaparecida.
Obsesionado por el descubrimiento, la espera y la sigue por la ciudad. Una noche la persigue hasta el domicilio.
Aplaza el regreso a los Estados Unidos. Vuelve a la iglesia y encuentra a la enigmática mujer. El socio muestra un gélido gesto al verla.
Conversa con Sandra Portinari. Repara una Madonna pintada en 1328 por Bernardo Datti, en el Renacimiento temprano.
Se acompañan con frecuencia, bajo el hechizo de los antiguos recuerdos. Elizabeth caminaba con un paso primo, como si se deslizase.
Resueltos a casarse, Sandra visita América. A la llegada al hogar, la joven da unos pasos de autómata, como si recordase alguna cosa. Un retrato de Elizabeth y Amy la desconcierta. Accede a una habitación cerrada con llave. Lee el diario de Elizabeth. Prueba sus joyas.
Una visita del psiquiatra es una intromisión en la vida personal de Michael. Sandra apoya melancólica la mejilla en el mármol del mausoleo. Courtland quiere que inviertan su parte de la compañía en un fondo fiduciario.
Con doscientos invitados a la boda, el hombre anticipa la celebración. Los casa un juez de paz.
Cuando despierta el nuevo día, Michael no encuentra a Sandra, sino otra nota similar a la anterior, con iguales exigencias. Rápidamente, pide ayuda a Robert.
Tira el maletín en el muelle. Un coche acude veloz a recogerlo. Es Sandra en persona quien lo abre y comprueba que se trata de meros papeles recortados. Hicieron el cambiazo en el banco, en el momento en que Courtland firmaba los documentos. Acompaña a Sandra el socio, que sentencia que el viejo Courtland no fue capaz de soltar el dinero.
Después de destrozar los montones de papeles, Sandra es presa de una alucinación. Recuerda la tensión del primer secuestro. Los ladrones habían huido con la madre y habían dejado en el escondite a la niña.
Michael encuentra en el muelle los fajos de billetes falsos.
En el aeropuerto, Sandra y Robert, al que llama tío Bob, comentan el negocio sucio, del que la joven era cómplice. Courtland le debía ceder la tierra o sería declarado incompetente para administrarla. Sandra había dado el consentimiento. Pero quiere ver a Michael y pedirle que la perdone. Sandra rememora cuando la empujaron para enviarla lejos, a Florencia.
En el lavabo del avión, se corta las venas con unas tijeras de manicura.
Michael quiere entender por qué faltaba el dinero. Robert replica que lo exigió enloquecido y que tenía que protegerlo. Michael siente que mató a la mujer por segunda vez. Al notarse atacado, Robert suelta que la joven figuraba en el plan desde el principio, y que vuela hacia Roma. En la lucha, Michael anula al despiadado socio.
Courtland encarga una reserva de avión. El anterior vuelo tuvo que regresar, y en el corredor el atribulado progenitor descubre a Sandra, a la cual transportan en una silla de ruedas. El hombre empuña un revólver y, desconcertado, golpea a un guardia con el maletín, cargado de billetes. Magnetizados, el padre y la hija anhelan unirse. Abrazados, Amy señala que ha venido con el dinero. En una larga toma plena de sensualismo, la máquina en rotación, dan muestras de mutuo reconocimiento, en la fusión del giro y del foco. A la desdichada vástaga le satisface la palabra papá. El padre pronuncia su nombre, Amy.
Ana Kontroversy
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