La historia
comenzó en un bosque francés el verano de 1798. Un niño, transportado y
manejado por el impulso natural y el estímulo, es detectado por unos campesinos. Reducido a
esconderse en una madriguera, lo atrapan, no sin dificultad. Es una criatura
humana, pero salvaje. Cuestionan cómo habrá podido vivir aquí.
El doctor Itard
(François Truffaut) recibe la noticia del hallazgo de Jean Chandon de
Saint-Germain, de doce años, casi sordo y mudo. Se sustentaba de bellotas y
raíces.
Si el doctor
Itard consiguiera traer el muchacho a París, podría determinar, examinándolo,
los grados de inteligencia y las ideas de un adolescente privado de educación,
por haber vivido separado de los seres de su especie.
El salvaje de
Aveyron, encadenado, semeja una bestia inagotable. Camina casi a cuatro patas y
es maltratado por niños y mayores. Un anciano le protege. Fracasada la fuga, es
recluido en la gendarmería de París.
En el examen, no
atiende al ruido. Indiferencia total ante los ruidos. En cambio, se vuelve
cuando alguien casca una nuez detrás de él. Tiene cicatrices, desolladuras,
desgarrones por mordiscos de animales. Tuvo que matar para subsistir. El doctor
Itard y el profesor Pinel (Jean Dasté) descubren sobre la tráquea una especie
de sutura, cuya apariencia es la de una cicatriz de una herida hecha con un
instrumento cortante. Quienes lo abandonaron quisieron asesinarle. Por una u
otra razón, alguien quiso deshacerse del niño, degollándolo con un cuchillo. Le
dejaron muerto en el bosque, luego cayeron hojas que se adhirieron a la herida,
con lo cual cicatrizó. Debía tener tres o cuatro años. Pero esa herida no puede
ser la causa de su mudez. La causa es el aislamiento en que vivió.
Prueba a tocarse
en el espejo. Devora una manzana. En el Instituto es exhibido a la curiosidad
de los parisienses. Prefiere dormir en el suelo. Los compañeros enfermos lo
apalean.
El doctor Itard
se hace eco de estas anomalías. Para su colega es un idiota. La anormalidad es
obra del aislamiento. El doctor quiere la custodia del niño. El ama de llaves
percibirá un dinero por los cuidados y desvelos.
Lo apasionante es
que cuanto ha hecho desde que llegó, lo hacía por primera vez. Tiene el impulso
de olfatear cuanto se le da. Actualmente es insensible a los aspectos afectivos
y, pese a los malos tratos recibidos en la Institución, nunca se le vio llorar.
En el baño disfruta sonriente. Oye sin escuchar, y mira sin ver. El doctor
Itard quiere enseñarle a ver y a escuchar.
Con sus primeros
zapatos, sufre un ataque histérico. Se vuelve sensible a la temperatura y le
educan para que aprecie la utilidad de la ropa que rechazaba, dejándole expuesto
al frío hasta que, con la ventana abierta, sentado al lado de sus ropas, decide
ponerlas solo.
Cuando se quema
con una vela, estornuda por primera vez, se asustó. Tiene la tendencia de la
juventud a trotar y galopar.
Mejora
visiblemente. Camina erecto y armonioso. Usa objetos no comestibles en el juego
de los cubiletes.
Distingue de
dónde proviene el sonido, principalmente el fonema o.Y le buscan un nombre,
Victor (Jean-Pierre Cargol). Se le hizo familiar. Pretenden atraer la atención
sobre los sonidos. Consigue lanzar un susurro aflautado. Tiene que despertar
sus oídos comprensiblemente atrofiados, ya que durante años sólo los utilizó
para percibir la caída de un fruto o la proximidad de un animal peligroso.
El doctor educa a
Victor. (La exploración serial, el reconocimiento y la comparación). Emplea el diapasón y la pronunciación en la llama de la vela. Capta la
colocación en la garganta de las vocales. La llave, el libro, el martillo, las
tijeras, el peine, la pluma, son situados en los lugares indicados por los
dibujos. Victor, ante los fracasos, sufre ataques. Del dibujo de un objeto a su
representación alfabética la distancia es inmensa, y la dificultad insuperable
para Victor en su fase de instrucción. Tiene que hallar un método afín a sus
facultades embotadas, con el cual cada dificultad vencida lo ponga al nivel de
la que habrá de vencer. El doctor Itard hace construir por un carpintero un
alfabeto en grandes caracteres, de madera. El doctor advierte la agudeza de
poner los caracteres del tablero en sentido inverso a la clasificación
alfabética. Inventó un sistema, que le ahorra a la vez tener memoria,
comparación y juicio. Pero la palabra es, además, una música que llegará a
conocer. Las dificultades con el alfabeto desembocan en el cuarto oscuro. Pero
en esa ocasión, Victor lloró.
El doctor Itard
lamenta los fracasos, pero no abandona. Victor fabrica un portatiza con un
hueso de carnero. Inventa algo, es ingenioso. Pone a prueba el corazón de
Victor, castigándole con injusticia. Un castigo indignante y odioso, a fin de
ver si se produce el efecto de rebelarse. El sentimiento de lo justo y de lo
injusto ya no era extraño en el corazón del niño. Al provocarle ese
sentimiento, elevó al hombre salvaje a la altura del hombre moral por su mayor
característica y atributo.
Unos días que
el doctor enfermó, el mychacho escapó a través de los campos. Duerme en la
hojarasca y es perseguido como un ladrón por haber robado una gallina.
El doctor apunta
que no volverá. Informa que el niño poseía el libre ejercicio de sus
sentidos. Daba pruebas de atención, de reminiscencia, de memoria. Podía
comparar, discernir y juzgar, aplicar su entendimiento a los objetos relativos
a la instrucción. Este hijo del bosque había logrado soportar la vida en la
casa y estas felices transformaciones habían ocurrido sólo en nueve meses.
Pero el jovencito
retornó.
Un film con la idea del buen salvaje del siglo XVIII, según la
"Mémoire et Rapport sur Victor de l´Aveyron", por Jean Itard.
Ana Kontroversy
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