domingo, 3 de febrero de 2013

ALFRED HITCHCOCK. RICH AND STRANGE, 1931








El fastidio de la oficina, el paraguas desatiende al resorte, el metro mantiene un viento general.
Fred Hill (Henry Kendall) quiere las cosas buenas. Comenta con Emily (Joan Barry), que lo mejor sería la espita del gas. Cuando llega la carta del tío.
Apoya el anhelo de Fred de disfrutar y transformar la existencia, con el dinero preciso para disfrutar las experiencias que desee.
Que el mar transforme todo en rico y extraño. "La Tempestad".
Emily y Fred cruzan el canal, de viaje a París.
Marsella. Y el gran barco zarpó, rumbo al Lejano Oriente. Componen una pareja con ocho años a sus espaldas.
Noche en el mar. El comandante Gordon, un galán maduro, corteja a Emily. Fred se halla en la cama, aquejado de un profundo mareo. Según la joven, el amor implica miedo y tristeza. Otro de los viajeros es una señorita con desparpajo y a la vez un algo de pasado en su persona, la cual manifiesta en cualquier momento disposición.
Por la mañana en el Mediterráneo. Un pequeño accidente, un disco que choca con la cara de Fred, da la ocasión del encuentro con la Princesa (Betty Amann), una atractiva y exótica morena.
Y esta especie de impremeditado voyage mogol, al borde del mar Rojo, goza de una fiesta de disfraces, que distribuye variablemente los emparejamientos. Fred demuestra una disposición romántica hacia la Princesa, la cual le cita en el camarote.
Colombo. Pero Emily sentía que lo importante eran las personas, no los lugares.
Fred declara su amor a la enigmática Princesa y reflexiona acerca del alejamiento de Emily. El comandante, resuelto con respecto de la joven. La Princesa advierte que en el desembarco tiene que esperar, disimular, y deja escapar algunos exabruptos referentes a las mujeres incapaces de retener a los hombres.
El atractivo de la travesía era el final del viaje. Singapur.
El comandante indica a Emily, que la pretendida Princesa no es otra cosa que una vulgar aventurera, una chica-boom, una maraca científica. Programa dejar a Fred sin un centavo y luego alejarse. Emily decide recuperar a su marido.
Emily visita la habitación del hotel, donde aquellos se alojan. Emily reconoce las faltas del esposo, mientras que antes le revestía de virtudes. Pretendía ser imprescindible con respecto a Fred. Sugiere que si quiere arreglar el asunto tiene que tomar una decisión. Acusa a la Princesa de farsante, la cual le echó el anzuelo. Fred no atiende razones.
Pero tras tal marasmo de infidelidad, Fred vuelve decepcionado. La aventurera cogió el tren para Rangún. Una carta da las gracias por la compañía y aclara que el padre es el dueño de una tintorería. Todo eran embustes. Y resulta que había conseguido 1000 libras, a manera de préstamo. Planeaban ir a Australia.
Realizaron el regreso en las Navieras Brown. Pasajes regulares. Barco de segunda categoría, sufrió una colisión. Fred y Emily quedaron atrapados, sin poder salir del camarote. En la soledad, casi sumergidos, el hombre declara que siempre la quiso.
Cuando amaneció, sólo los dos permanecían en el barco abandonado a la deriva y casi hundido. Escapan por el ojo de buey y la pasarela les conduce a cubierta, donde aguardan ser rescatados.
Testigos de la avidez del populacho pirata, a la busca de los despojos del naufragio, reembarcan a bordo de un junco, que los traslada a tierra.
El naufragio no fue horrible como imaginaron. Aunque les dieron un gato, salvado del hundimiento, como colación.
Reclamarán las 1000 libras, añadidas a las pérdidas sufridas.



Ana Kontroversy


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