martes, 22 de enero de 2013

RENÉ CLAIR. LE VOYAGE IMAGINAIRE, 1925





Una mañana de verano de una pequeña ciudad. Jean (Jean Börlin) es un tímido joven empleado de un banco. Auguste (Jim Gérald), antipático compañero de la oficina, le sigue por la calle con un fiero sabueso, al que incita a atacar a Jean (Jean Börlin).
Albert (Albert Préjean) es otro oficinista y Lucie (Dolly Davis) la dactilógrafa. Jean tiene unas flores para la secretaria, de la cual no puede apartar la vista. El bouquet es motivo de enredo y comienzan una cómica sucesión de persecuciones y patadas.
De un automóvil original, el conductor sentado sobre un estilizado pescante y una sombrilla hecha jirones, desciende una encorvada vieja. Es Rosa Koslex, quiromante autorizada. De las manos de Lucie se desprende que se desposará con aquel que ama. De la mano izquierda de Jean adivina iguales signos. Un futuro bellísimo. La quiromántica exige una moneda.
Lucie no desea ver a Jean enfadado. No ama a Albert. Pero las palabras son vanas, ya que habló a un joven dormido.
Cuando Auguste ve que Jean reposa arranca una gruesa anilla del cortinaje, que coloca encima de la mesa y que sujeta una nota firmada por Lucie que declara que le quiere y que ofrece el anillo de compromiso. Lucie destapa la broma y destruye la carta.
Cual un sonámbulo Jean abandona el banco y transita por las calles, se impregna con un prado a rebosar de flores y es testigo del ataque de la quiromántica, que dos rateros cometen. Con un salto mágico a un árbol consigue liberarla de los ladrones. Un beso de Jean favorece el que recobre los poderes. Es un hada. Hace cientos de años un mago le robó el poder de hacer encantamientos. Sólo el beso de un joven podía devolverlos. Le persuade para que la siga. Será recompensado.
De la abertura de un tronco descienden a través de un sinuoso tobogán subterráneo. Desembocan bajo una siniestra caverna. Tienen que eludir una serie de puertas dentadas. Al paso de una fuentecilla de hojas musgosas penetran como fantasmas un compacto muro. El acceso de otra puerta les impulsa por el aire y recalan sobre el techo. Reptan y ruedan por escalones hasta un salón: el hospicio para las viejas hadas. Ya nadie cree a las hadas. Las viejas hermanas fueron encerradas dentro de una gruta. Gracias a los resignados besos de Jean las hadas recuperan el esplendor feérico.
Sylvaine es el hada malvada. Jean tiene que prestar atención. Aquí se encuentran sus viejos amigos. El Gato con Botas, Barba Azul, Cenicienta y el Príncipe Azul. Puede conseguir la felicidad. Las hadas le darán la eternidad. Pero Jean no quiere vivir aquí eternamente sin Lucie al lado. A través de un zapato Lucie es trasladada a la cueva.
El hada Sylvaine hizo venir a los compañeros de la oficina.
Empieza una existencia fascinante.
El antro ostenta una espléndida decoración. Relucientes balones de madreperla decoran columnas y muros. Pétalos transforman artificialmente la atmósfera. Soberbios cortinajes despliegan su majestad. Flores de iluminación, bellísimas orquídeas, gigantescos girasoles y amapolas esmaltadas, patios con cristalinas fuentes. La ternura de los enamorados se difunde alrededor de la caverna de las hadas. Los seres mágicos se disuelven ante los empleados impertinentes.
El hada malvada, con una fechoría, transforma a Lucie como una rata blanca a la que persigue el Gato con Botas. Un monstruo de un estanque engulle las ropas de los dos intrusos. Jean se desespera por la ausencia de la joven. Rosa Koslex rescata a Lucie de las garras del gato. Preocupadas por el poder del hada pérfida, Lucie tiene que abandonarlas. El hada entrega a Jean un gran anillo como recuerdo. Con sólo expresar un deseo será satisfecho.
Con un pase de la varita mágica son trasladados a bordo de una nube hasta la torre de la catedral de Nôtre Dame. Albert pretende garantizar la felicidad de los enamorados. Obliga a Jean a declamar: "Con todo mi corazón, quiero ser como un perro fiel para Lucie". Y el joven se transmuta como el chucho de Auguste.
Albert y Auguste encuentran tirado el gran anillo. Luchan por poseerlo bajo la sombra de las enigmáticas gárgolas. El anillo se abalanza hacia el abismo. Lo recogen a la vez y, enlazados, acceden con Lucie al Museo de Cera Grévin, que no admite perros.
Durante la lucha por el anillo, para el ladrón perdió el poder mágico. Auguste aclara a Lucie la transformación de Jean. Y cuando topa con el can se desvanece y queda encerrada dentro del museo.
A medianoche las figuras de cera cobran vida. Apresan a Lucie y la conducen ante el tribunal que procesa a María Antonieta. Condenan a la guillotina al perro. El Chico de Charlot no puede sufrir lo que sucede y busca al comediante. Charlot libera al animal y lucha con las esculturas de cera, desencaja alguna mano y alguna cabeza. El Chico reclama la ayuda de un atlético púgil que pone disciplina a aquel tumulto. Con un pase mágico Charlot aleja el conjuro.
El director del banco porta una etérea sombrilla. Los empleados, mientras bailan alrededor, son trasladados por un giro hasta la oficina.
Los oficinistas hacen burla de Jean, quien permanece dormido, inclinada la cabeza sobre el escritorio. Encuentra la anilla con los papeles de la oficina y repasa las imágenes experimentadas. A través de la fuerza de la imaginación de un anillo corriente Jean gana la propia garantía adquirida. Ajusta las cuentas con los traviesos y el director opta por desaparecer. Furtivos y pesados abrazos desconciertan a Lucie pero, al fin, encuentra el amor.


      


Ana Kontroversy





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