sábado, 5 de enero de 2013

FRED NIBLO. THE MISTERIOUS LADY, 1928







Viena antes de la guerra. Ciudad de amor y de satisfacción, vivía al ritmo feliz del vals y de la ópera. Los coches de caballos rivalizan con los automóviles a las puertas del teatro.
El capitán Karl von Raden (Conrad Nagel) no encuentra una plaza, se encuentran agotadas. Un billete devuelto en ese momento, le permite el acceso al espectáculo.
Recibe un impulso, al descubrir en el palco a una turbadora joven. No puede apartar la vista y, en un descuido, la mujer dialoga, en la idea de que es el primo. Karl ruega excusas por la intrusión. La joven responde que ese puesto es suyo. En el escenario, una dama elegantemente vestida, se postra suplicante. La   acción transcurre en Roma. La enigmática mujer manifiesta un profundo sentimiento por el drama.
Finalizada la ópera, la lluvia añade una nota de desconcierto en la bella señorita, quien busca a alguien que no comparece. Karl tiene la gentileza de acompañarla a casa. Después de despedirse, el capitán regresó para entregar unos guantes descuidados. Invitado a tomar una copa, Karl ocupa el taburete del piano. Tania Fedorova (Greta Garbo) descubre un telegrama. Von Raden toca los acordes del acto de súplica de la ópera. Tania canta con la pasión casi incontrolada que el hombre experimenta. Un apagón eléctrico los sumerge en las tinieblas. Vislumbran la ciudad desde el ventanal, mientras el cochero, en la calle, recibe el impacto del diluvio.
Tania explica que no es de Viena, pero tampoco es una forastera. Karl no puede contener el arranque  amoroso. Demasiado precipitado, opta por marchar. Pero el brazo extendido de Tania permite a Karl realizar el deseo de estrecharla.
Las velas consumidas, el amor brota en la pareja. Al otro día, Karl parte hacia Berlín. Pero pueden gozar de un día perfecto.
Tania lee el telegrama, procedente de Varsovia. Firmado por Boris, anuncia la llegada a Viena.
Un paseo en coche por la campiña, en tono romántico. Las florestas en primavera. Los riachuelos. Repostan en la rama de un árbol. Un idílico paisaje con una cascada es el entorno adecuado. Karl cuenta que los campesinos la llaman la corriente mágica. Refleja la cara del verdadero amor.
Cuando Karl se disponía a tomar el tren, el tío Eric esperaba su llegada. Conjetura que la mujer con la  cual  asistió a la ópera era quien le acompañaba hoy. El sobrino contesta que se ve que es el jefe del Servicio Secreto. Justamente, llegaron a enterarse de que es Tania Fedorova, uno de los espías rusos más inteligentes. Karl expresa una sonrisa de incredulidad. Sin embargo, se figuraron a punto de arrestarla hace una hora, pero se había trasladado. Karl cogió al tío Eric por las solapas, conmocionado por la noticia. Rusia conoce sus maniobras militares. Esa mujer se halla asociada, ligada con alguien del Ministerio de la Guerra. Confían a Karl una importante misión. Estos planes tienen que llegar a Berlín.
En el coche cama del tren, apareció Tania, recibida con gran frialdad y alejamiento. Tuvo que seguir a Karl  para verle de nuevo. El hombre se autocalifica como simple, un idiota enamorado. Tania admite haber  planificado enamorarle, si fuese preciso. Pero aquello que no pudo planificar era enamorarse. No obstante, Karl no puede aceptar a una espía. Tania justifica los incidentes, es un soldado y le concierne la patria de un modo, igual que le atañe la suya, de otro. Con mentiras, con su honor, es la respuesta. Le anima a que no la odie. Al menos el odio de la mujer será sincero. Ofreció su amor a un caro precio. La separación no es fácil.
A la llegada a Berlín, Karl busca angustiado los planes que le fueron transferidos. La señora bajó del tren a medianoche y dejó una nota. Se acercó como una mujer enamorada, y marcha como una enemiga.
El extravío de los documentos empujó a Karl a un consejo de guerra. La Corte Marcial del Imperio le condenó a ser degradado por alta traición. Humillado, fue desposeído de la espada de reglamento y del equipo militar.
Varsovia. Casa del general Boris Alexandroff, jefe del Servicio Secreto militar ruso. Tania debería  enorgullecerse de su cometido. La astucia de la espía permitió conseguir el proyecto y metió a von Raden en prisión.
A pesar del cansancio del viaje, Boris quiere que asista a una cena. Pero a Tania no le placen las mentiras y la traición. Recuerda que, cuando uno jura consagrarse al Zar en calidad de espía, la unica salida es la muerte.
El tío Eric ve a Karl en la celda de la prisión. La manera de probar su inocencia es descubrir que alguno del Ministerio de la Guerra ayudó a aquella mujer. Cuando llegue a Varsovia tiene que ir al Café Vadich, un camarada a su cuidado. El pasaporte es expedido a nombre de Istram Silya, de profesión músico.
Karl toca el piano con una orquesta en un restaurante, y no pierde la ocasión de pasar la vista por los comensales.
El contacto en Varsovia efectuó los arreglos para que tocase en una verbena privada. Es, precisamente, un party en la habitación del general Boris. Tania, sentada de espaldas al pianista, en un canapé de alto respaldo, no percibió que llegaba. Recibe una fuerte impresión al localizarla. La espía no descubrió a Karl  hasta que tocó los acordes de la ópera en la que se conocieron. Melancólica, transportada por el recuerdo, el complaciente desafío dio paso a una cantata, interpretada a dúo. El pianista tiene una visión en la que estrangula a la mujer.
Dejaron a Karl cuando se dispusieron a bailar. En un momento propicio, Tania regresa, a pesar de la vigilancia. Advierte a Karl que cada minuto se enfrenta a la fatalidad. Indiferente, responde que se quedará hasta que consiga la verdad. Tania declara que le ama y que sufrió de igual modo que Karl. Como disculpa a Boris, Tania alega que perdió el brazalete.
El general organiza un baile por el cumpleaños de Mademoiselle. Es preciso llamar al pianista.
Un mensajero entregó a Boris los documentos de las nuevas fortificaciones de la frontera con Austria.
Tania escribe una nota, en la que cita a Karl en la antecámara y advierte que es sospechoso.
Tania Fedorova canta para los invitados. Inserta la nota en las partituras. Boris quiere una canción de complemento y repasa las composiciones. "Thaiss", de Massenet, "Tosca", de Puccini, "Cuatro estudios", de Stravinsky, "Boris Godunov", de Músorgski. Tania disipa la tensión y Karl marcha con las partituras.
La espía roba los documentos que recibió Boris. 
Tania informa a Karl de que el hombre del Ministerio es el traidor y que el proyecto y las cartas lo probarán. Ofrece su automóvil, que le conduce a la frontera. A Karl le duele dejarla en peligro. Ante la aparición de Boris permite que escape a través de una puerta secreta.
Boris echa a faltar el proyecto. Sin embargo, no es nada grave, eran sólo hojas en blanco. El verdadero lo tiene aquí. En cada acercamiento rechazado, le enseñó todo lo que sabe, pero no todo lo que él es.
Un soldado informa al general que apresaron a von Raden en el jardín. Manda que traigan al prisionero. Boris empuña una pistola. Se ocuparán del espía, pero él se ocupará del amante. Tania ruega que permita   escapar al joven. La respuesta es negativa, no volverá a verle. Replica que desaparecerá esta noche. Tania dispara al general.
Cuando trajeron a Karl, Tania, sentada en el regazo del cadáver, con el sofá de espaldas a la puerta, sonríe, mientras una mano acaricia su hombro. Habla por el general y ordena pasar al prisionero solo. Karl entiende que es una nueva trampa de la espía. Pero explicado el enredo, huyen por el pasadizo secreto.
En la frontera, el capitán von Raden y señora, cogidos de la mano, son bienvenidos a casa. 
   






Ana Kontroversy







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