viernes, 14 de diciembre de 2012

MAURITZ STILLER. JOHAN, 1921










De todos los lugares vienen a Selânger a alabar su oficio. La aldea quiere ganar tierras al pantano. Cuentan desecarlo con un canal de evacuación hacia el mar. Los campesinos  saltan de gozo.
Marit (Jenny Hasselqvist) es una joven huérfana recogida en la granja de Johan (Mathias Taube). Sólo conoció un refugio: el afecto paternal del señor. Ve flirtear a un jornalero y se muestra abatida.
Los jornaleros son albergados por los granjeros. La granja de Johan acoge a algunos. El extraño (Urho Somersalmi) en el que se fijó Marit, desplaza a un atrevido pretendiente que importuna a aquella. Esa fue la primavera fugaz de su corazón. Porque cuando le puso el desayuno, era de nuevo la joven de antes.
Todos los granjeros se congregaron para asistir a la destrucción del dique. Las atenciones del extraño son un constante fracaso. Es el primero que navega el canal proyectado.
En la granja, Marit se afana nerviosa; asume las amonestaciones de la patrona, la madre de Johan.
Johan dispone unos troncos de madera y resbala en el precipicio. Cuando un obrero tenía menester de atravesar el río, encendía como señal un fuego en la orilla. La madre de Johan detecta la fogata y envía a Marit, quien encuentra a Johan inconsciente. Sufrió un golpe en las piernas.
Enternecido por los cuidados de la huérfana, tiene que enfrentarse a las recriminaciones de la madre.
Desde una mañana de Navidad, hace 18 años, fue como un padre para Marit. Iba en trineo cuando encontró a una mujer moribunda, desfallecida en la nieve, que le suplicó ayuda. A la luz de la antorcha, descubrió un bebé y decidió acogerlo. Y hoy le pidió ser su mujer.
Marit había de dejar la granja antes de que Johan se restableciese. El hombre ve la marcha, pero no puede moverse del lecho. Desde la ventana exige que retorne. La madre pretende evitar la irrisión de los paisanos. Pero mientras Johan viva, Marit quedará aquí.
Marido y mujer, cada día que pasaba la joven mujer se alejaba de él.
El extraño aparece en escena. Marit ofrece hospitalidad al viajero. El hechizo mantiene la intensidad. Johan es un ingenuo testigo del cortejo.
Era ya pleno día cuando el forastero despertó. No desaprovechó la ocasión de enamorar a Marit. Indolente, tirado en el prado, no se había equivocado. Convence a la mujer para que marche con él. Fatigada, agitada por el acoso, Marit ayuda al esposo con la red de pesca.
Una hoguera en la rivera. Es la madre que llama. Johan resuelve que quede donde se encuentra. Marit le acucia a buscarla en seguida, si no sería falta suya.
La mujer explica al extraño que cada verano viene a atormentarla. La paciencia tiene límites. Siente ganas de dejar que todo sucumba. El apasionado amante sugiere que le deje conducir y librar de esta vida. Marit huye, desconcertada.
La madre de Johan descubre el pescado por tierra, y tropieza con el visitante, que abandona el lugar. La señora exaspera a la nuera, quien opta por alejarse. Johan, el cual cojea, advierte a la madre que si atormenta a la mujer la conducirá de regreso.
Marit distingue al extraño a bordo de una barca y, aunque duda marchar con él, no impide que la traslade en brazos a bordo. La corriente es densa y los amantes se dirigen hacia los rápidos.
Informado, Johan atraviesa el arenal.
Los evadidos divisan los rápidos. Las fuertes corrientes aterrorizan a Marit. La barca casi no puede sostenerse a flote. Con dificultad, encauzan el bote a tierra. El extraño avisa a la mujer que se enganche, lo peor queda por venir.
En consonancia con los films paleográficos de Stiller, "Sangen om den eldröda blomman" (Canción de la flor de color rojo sangre), 1919; "Gunnar Heder Saga", 1927, el torbellino los arrastra  en la fuga. Johan planea movilizar a cien hombres, encontrará al raptor.
Los fugitivos consiguen por fin arribar a un remanso de aguas tranquilas. Reposan en una cabaña desvencijada. Todo pasó como en un sueño: la travesía de los rápidos, la atracada al islote. El extraño descansa en la arena, con su peculiar inorgánica postura. Lanza al río los troncos de la hoguera. Podrían reclamar la atención de los otros.
A la embriaguez de la victoria sucedió la duda. ¿Qué hará él de la mujer de otro?
Ausente el extraño, llega un hombre anciano. Cuando vio el humo supo que aquel había vuelto. Cuenta a Marit las numerosas conquistas. Cada verano trae una nueva.
Johan había remado sin tregua, perdida la noción del tiempo y obsesionado por Marit.
Los remordimientos asaltaron a la mujer. Cabizbaja, explica al viejo que el extraño la persiguió y hostigó. Huyó sin reflexionar. Quiere retornar con el marido.
El extraño cazó unas aves. Sin embargo, halla el rechazo de Marit.
El anciano indica a Johan el paradero de la esposa. Se apresura a ir en su busca. Marit abraza al marido. El aventurero le desafía con una sonrisa. Enfurecido, Johan ataca con un gran tronco y derriba al embaucador. Pide que muestre sus dientes de lobo y su risa de fanfarrón. Le robó su unica fortuna.
Los esposos manifiestan frialdad. Marit suplica. Si la abandona, no le quedará otra cosa que ahogarse. Perdió la cabeza. Es a Johan a quien ama. Quiere reconstruir lo que destruyó. Con lágrimas, Johan la invita a montar en la barca.
Lucharon contra la corriente y afrontaron su destino. La niebla donde erraron  no hace mucho se disipó y la quietud de la felicidad se apoderó de los dos.




Ana Kontroversy





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