viernes, 30 de noviembre de 2012

VICTOR SJÖSTRÖM. INGEBORG HOLM, 1913






El matrimonio Holm disfruta con los tres hijos en el huerto. Las comidas en familia los reune felizmente. Una carta expresa la aceptación de una línea de dinero, con el objeto de poder abrir una tienda de comestibles. El hecho de que el señor Sven Holm se haya arreglado para tener casi la mitad de la cantidad concedida, es su mejor recomendación. Procede de una Compañía Colonial.
Los Holm discuten los planes para el futuro. Sven ofrece síntomas de fatiga.
La tienda, con un dependiente como ayudante, comienza a funcionar. Sin embargo, Sven sufre un desfallecimiento.
La salud del enfermo alarma a la esposa cuando padece una hemorragia. Ingeborg Holm (Hilda Borgström) atiende desesperada las prescripciones del doctor.
Cuando el dueño no se encuentra en la tienda, el encargado coquetea con las jóvenes clientes y desatiende a los otros compradores, con lo que pierde la ocasión de hacer un buen negocio.
El señor Holm desfallece y sucumbe.
En el trabajo por el pan de cada día, Ingeborg hubo de afrontar las facturas, que tendrá que pagar para evitar los procedimientos legales.
Bancarrota. La señora Holm escribe al abogado. No es capaz de pagar las deudas. No entiende cómo  se hundió en la insolvencia. Trabajó duro, hizo lo mejor que pudo.
Bajo el martillo del subastador, Ingeborg Holm se vio obligada a guardar cama. Sin dinero, como ultimo recurso para aliviar la pobreza, acude al Comité de Asistencia Publica.
Sufre de ulcera de estómago y, por el momento, es incapaz de ganarse la vida. Puede obtener veinte coronas al mes. Si no se halla satisfecha, si habita en la casa de trabajo, el Comité se encarga de acomodar a los niños.
Por miedo a convertir en unos mendigos a los hijos, Ingeborg escogió permanecer en la casa de trabajo.
La hija mayor prepara un jarrón con flores, cuando llegan a buscarlos. Los pequeños se rebelan y se abrazan compungidos.
Tras la mudanza, un nuevo hogar. El bebé, es acogido fuera, por una familia extraña. Ingeborg no puede soportar la separación.
Una horrible tarea. Ingeborg Holm empaca las pertenencias de los hijos, recogidos por los padres adoptivos. En la cesta del segundo, una foto de la madre con un barquito de vela. La despedida es enternecedora. Ingeborg no consigue recuperarse de este amargo trance.
La viuda Holm se afana con los acogidos en el Comité. Una vieja asistenta borracha no es ayuda alguna.
Una carta de la madre adoptiva de la hija mayor, Valborg, leída por las autoridades del establecimiento, informa que la niña está enferma y que precisa una operación. Solicita el dinero para la hospitalización. Ingeborg descubre la carta y, humildemente, exige explicaciones. Ante el desdén de las autoridades, quiere ver a la hija, pero no pueden permitirse tales gastos.
La desesperada mamá toma la resolución de ir a visitar a la niña enferma y escapa. Aguarda la noche, cuando todos duermen. Salta el cercado, atraviesa los campos. La huida es descubierta. El jefe de distrito  posee la descripción de Ingeborg. La caza empieza.
Atraviesa caminos y espesuras. Un carro evita la fatigosa la marcha. Exhausta, reclama ayuda en una casa aislada. La señora tiene un bebé en la cuna, del que Ingeborg no puede apartar la vista. Tras las huellas de la mujer perseguida, dos guardias recalan en la morada en la que la desesperada madre descansa unos momentos. Frente al peligro, el hospitalario matrimonio esconde a la viuda en el sótano. Cuando los sabuesos descubren el escondite, Ingeborg se encuentra lejos del lugar.
La jovencita Valborg vive en una empobrecida cabaña con una campesina, a la que Ingeborg encuentra en el prado. Descubierta por los perseguidores, desvanecida por la fatiga, sin fuerzas para reemprender el regreso, vuelve a la casa de trabajo.
Sitúan ante su rostro las cuentas que tiene que saldar.
Los niños adoptados visitan a los familiares. Pero el bebé no reconoce las ternuras maternales. La copa del sufrimiento es apurada hasta el fondo. Demasiado para su pobre cabeza sobreimpresionada, Ingeborg desfallece en la negra noche de la locura. Un improvisado muñeco, confeccionado con el delantal enrollado, es el bebé que estrecha en el seno.
Quince años después, Erik, el segundo hijo, el cual se enroló en un barco mercante, retorna. El director del Comité siente informarle de que la señora Holm estuvo con la mente extraviada por muchos años. Aunque sobresaltado por el informe, sólo quiere verla.
Ingeborg se presenta con una simple tabla en los brazos, a la que acaricia. No responde a las atenciones del hijo. Pero cuando muestra el retrato que guardó, la enferma termina por recordar lo sucedido. La madre y el hijo vuelven a reunirse.




Ana Kontroversy



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