Drama social o comedia con fondo moral, los protagonistas son tres: Él, Maurice Legrand (Michel Simon), es un buen tipo, tímido, de mediana edad y muy inocente. Posee una cultura intelectual y sentimental superior al ambiente en el que se mueve, por lo que le consideran un imbécil. Ella, Lucienne Pelletier (Janie Marèse), es una joven con cierto encanto, un poco vulgar. Siempre es sincera, miente constantemente. El otro, es el joven Dédé (Georges Flamant), y nada más.
El personal de la casa Henriot, textiles al por mayor, condecora al jefe (Romain Bouquet), el cual dirige la gran familia de forma paternal. Todos expresan un jovial humor, excepto Legrand, serio en un extremo de la mesa. Rehúsa alargar la diversión, algo que la esposa le tiene prohibido. Sabe que puede hallarse la Naturaleza en unas flores marchitas, el bosque en un perfume, la libertad en unos aperitivos. Pero es esencial el aislamiento para crear ese mosaico. La ilusión del amor puede persistir, pero siempre sigue un despertar.
Esa noche, en una plaza, Dedé amenaza a Lucienne, porque quiere que le consiga dinero. Es tarde para llamar a quien puede proporcionarlo. De una puñada, tira a la mujer en las escaleras de la plaza y, como le propina patadas, Legrand, camino a casa, reduce al agresor. Trasladan al joven a la pensión, y el empleado acompaña a la dama, la cual disculpa a Dedé, con el que vive desde hace tres años. Tiene talento, pero carece de contactos. Legrand se define como pintor. Lucienne explica que reside con la familia. Le escribirá a la lista de correos, ya que es casado.
Con la torpeza que le caracteriza, Legrand provoca estruendo al llegar a casa, y la señora Legrand, una esposa flaca y avinagrada, exige explicaciones por la hora que es. No quiere volver a ver los cuadros que dibuja. El domicilio semeja un baratillo. Tiene que deshacerse de los lienzos, a pesar de que el pintor vendió algunos a un chamarilero. El primer marido de la señora era un brigada, cuyo retrato preside el salón, Alexis Godard.
Un mes después, en la oficina catalogan a Legrand de gracioso y chiflado, y corre el rumor de que la mujer le zurra.
Instala a Lucienne en un piso, con los muebles comprados a plazos. Unas telas de Legrand decoran las paredes. El móvil de los actos de Lucienne es Dedé.
Instala a Lucienne en un piso, con los muebles comprados a plazos. Unas telas de Legrand decoran las paredes. El móvil de los actos de Lucienne es Dedé.
Maurice invita a Lucienne a un espectáculo y, cuando el reloj municipal da las doce y media, la dama, con un gran ramo de flores, no acepta las ternuras del hombre, quien recuerda que no han disfrutado su amorío. En el piso, cuya ventana ve Legrand iluminada, aguarda Dedé. Quiere dinero. Como no lo tiene, coge dos pinturas.
Sólo cuenta una cosa en las telas, la firma. Con la ayuda de un colega, Dedé las hace infiltrar como realizadas por una artista americana, Clara Wood. En la galería del marchante Wallstein, el crítico de arte Langelarde adopta una disposición favorable hacia los lienzos.
Unas semanas después, cuando paseaba, Legrand topó con sus propias creaciones en el escaparate de la galería de arte. El precio es elevado y la firma famosa en el extranjero. Lulu aclara que fue idea suya. Fernand, un hermano dedicado a los negocios, mostró las tablas al marchante.
Dedé obliga a Lulu a tomar la personalidad de la pintora americana, y acuden a una fiesta de la alta sociedad, en el apartamento del empresario. El crítico de arte hace la corte en un rincón a Lucienne, elegantemente vestida para la ocasión. Dugodet desea que el autor firme un retrato suyo.
Encargado de la caja en la oficina, Legrand sustrae unos billetes. Cuando sale, un sujeto le retiene. Impregnado por la lluvia, se identifica como Alexis Godard. Le dieron por muerto, pero se encontraba preso en Alemania. Robó la cartilla a un compañero. Lo hizo para escapar de la esposa. Quiere exponer un trato. Legrand responde que es él quien debe marchar. Godard es el marido legítimo, tiene prioridad. Mientras no lo sabía tenía una justificación. Pero ya no puede seguir de ese modo. Indica el dinero que la mujer guarda en el armario, debajo de las sábanas. Esta noche la invitará al teatro. Y entrega al antiguo marido una llave.
Pero los planes de Legrand son otros. Desconecta la electricidad y los proyectos de Godard resultan frustrados. El reaparecido consorte atenaza por el cuello a Maurice, mientras la señora clama socorro. Acuden los vecinos con un gendarme, y la señora Legrand apunta la borrachera del marido. Legrand desvela que consiste en un drama íntimo. Se hallaba en la cama con la mujer, cuando les sorprendió el verdadero cónyuge. Maurice marcha en la noche, al grito de "La Libertad. Qué bello es vivir".
Sin perder tiempo, se encamina directo al piso de Lucienne, a la sazón, en la cama con Dedé. Cuando abre la puerta, escucha las advertencias de Lulu. El otro es un hermano, se encuentra enfermo y llegó de visita. Descubiertos, Lucienne decide admitir que ese es su hombre. Legrand se ausentó cabizbajo. Dedé perderá de vista a Lulu por unas semanas. Y la abofetea y recrimina.
A la mañana siguiente, Legrand regresó. Siente no haberlo entendido antes. Las mujeres son unas pobres infelices. Cometen tonterías sin remedio y alguno se aprovecha. Se halla libre y es fuerte para protegerla. Tendría que haber confiado en él. La habría librado de las garras de ese tipo. Lulu responde que precisa que termine el dibujo. Legrand interpreta que veía a Dedé por el motivo de las pinturas. Lulu contesta que para qué si no, que se mire en el espejo. Asqueados uno del otro, si no fuera por el dinero, le habría dejado hace mucho. El varón engañado la califica de golfa. Acaricia al hombre que la alimenta y al que le pega. Legrand suplica. Ha sacrificado todo. No puede amar a un tipo que no tiene corazón ni delicadeza. Pero Lucienne ríe canallescamente. Y Maurice empuña un abrecartas, que la cortesana usaba para despegar las hojas de un libro intonso.
Legrand escapa, camuflado por una concurrencia concentrada en torno a unos cantantes callejeros.
Dedé encuentra el cadáver y no escatima en desaparecer rápidamente. La portera tiene correo para Pelletier, y grita por la ventana el horror que descubre.
Dedé es arrestado. Legrand alega que un cajero no podría mantener a una amante. El marchante interroga a la madre de Lucienne acerca de si no habrá dejado algunas pinturas.
El pasado y los antecedentes de Dedé, las ausencias ilegales, inclinan al jurado a la consideración de los asuntos, y a la condena del inculpado. Y el sonado drama y los gastos superiores a los ingresos reconocidos, son la causa de la despedida de Legrand, aunque consta que se ausenta de la firma por motivos de salud.
Legrand es un mendigo, que vive en la calle. Encuentra a otro vagabundo, el brigada. El antiguo cajero hizo de todo, vendió ropa, fue borracho, ladrón. Su propio retrato, salido de una galería de arte, es transportado en un coche.
Ana Kontroversy
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