El castillo de Malombra, con sus extrañas leyendas, encendió la fantasía de los pescadores, la noche.
Donna Marina Malombra (Lyda Borelli), recogida huérfana, había aceptado del conde Cesare d´Ormengo, su tío, hospitalidad y protección.
Enlutada, desciende de una barcarola y pasa las avenidas y los jardines. La habitación preparada, prefiere una cámara sobre el lago. El tío indica la alcoba de Cecilia, ante la estupefacción del ama de llaves. Un sitio maltido, diabólico. Marina Malombra reduce la expectación con gesto afectado.
Aquí falleció prisionera doña Cecilia, la primera mujer del conde padre. La siniestra historia incomoda a Marina.
Con la complicidad de los poetas más extraños, poblaba de fantasmas el castillo.
En la biblioteca, selecciona las "Historias grotescas y serias", de Poe. La nueva vida de las cosas viejas.
Sólo la barcarola fue prohibida y sustituida por una más ligera.
Y llegó abril, con flores, celebraciones y una gran desventura, para Marina. Se le antojaba vivir en tiempos remotos. Extrañas e inverosímiles imaginaciones nacían en su mente. El piano no la relaja.
Un anillo, depositado sobre un escritorio, tienta la atención de la volátil mujer. Un resorte abre un escondrijo escondido, del que extrae un libro, que contiene un documento, un espejo, un bucle y un guante blanco.
El mensaje habla del alma infeliz, que revive. Por una flor, por una sonrisa, por una calumnia, el conde Emanuele y su madre consumieron lentamente y condenaron la existencia de Cecilia. Marina intuyó el drama, la criatura surgida de la sombra del pasado.
Las recepciones del castillo acogen la sociedad distinguida. El vil Ormengo, empuja a Cecilia a maldecir la descendencia. Quien la ha exhumado, tiene fatalmente que cumplir la vendetta. Encargado al espejo la ultima imagen, cuando sea reconocida, el espejo romperá.
Y el espejo apareció roto bajo la tapa del escritorio. Marina siente la evanescencia de la posesión y una locura ridícula. Sufre una inexplicable repulsión, un incontenible fastidio por cualquier indicio de modernidad.
Y volvió a su favorito refugio, una isleta del lago. Había recibido un paquete con libros, y escoge "Un sueño", una historia original de Lorenzo. Turbó profundamente a Marina, presa de las sugestiones fantásticas. Firma como Cecilia, y expresa al autor la semejanza con un sueño que tuvo. ¿Es posible que un alma tenga dos existencias?
Y una noche, un extraño viajero llegó al castillo. Corrado Silla (A. Novelli). ¿Cómo es que se encuentran aquí los muebles de su madre?
Para engañar las horas de una noche ingrata, Silla escribe a una desconocida admiradora, cuya carta revela una persona soberbia y terriblemente despectiva. Si llegara a verla, tendría miedo de amarla.
Una duda atroz.
Marina creyó que, por librarse, su tío quería darla por esposa a Silla y no disimuló esta sospecha. Mientras juegan al ajedrez, comenta el sentir de un escritor, en contestación a una nota. Pero Silla supo mantener el secreto del autor de "Un sueño".
Marina increpa el desdén de un grupo de caballeros.
Resuelto a huir, Silla busca la joven; quiere susurrarle el secreto y expresarle su amor. Cuando la llama Cecilia, la turbación la invade. Apresuraba el colapso fatal.
Tres meses después, la locura de Marina semejaba haberse desvanecido. El conde Salvador desea convertirla en su mujer.
Hacia la gruta del horror. En una excursión, la desatendida huérfana acepta el cortejo, pero es justo que sepa que no le ama.
Por una amiga supo que Silla se encontraba en Milán. Y Silla pretendía inútilmente sustraerse al recuerdo de Cecilia, inmerso en el estudio.
Visiones. La humillación ante el conde. La vuelta de Corrado.
La primavera siguiente, en Milán, la ciudad había transformado en cordial amistad la simpatía de los viejos huéspedes del castillo. Edith, la joven hija del secretario del conde, es requerida por Corrado.
La boda de Marina había sido fijada para aquella noche. Suplica posponer la ceremonia. Se muestra confusa, indiferente, con las manos encima de la cabeza. Y resolvió que aquella fuese la noche prevista, de la vendetta de Cecilia.
Impregnada de odio y dolor interior, pasea melancólica por las galerías del castillo con una lámpara.
Y al alba de aquel día, todos presintieron una súbita calamidad. Hallado desmayado, el médico diagnosticó que el mal, que eliminaba al conde la inteligencia y el habla, era oscuro. Silla se apresuró hacia el grito de ayuda de Marina.
Una cita en la noche, en el puerto del lago. Con el ansia de la espera, la pasión pasada resurge abrumadora.
De luto, igual que cuando llegó al castillo, Marina escucha el inmenso amor de Corrado. Bajo el impulso de su locura, había adornado de flores la casa, para la cita del amor con la vendetta... que se transformó en la cita con la muerte. Equivocada, quiere oír contar el primer amor con Cecilia, todo lo que sabe de su pasado común. La vendetta se cumplió la otra noche, cuando apareció ante el conde cual una visión, con el motivo de experimentar su deceso. Acompañada del enamorado, husmea por las habitaciones, al olor de la agonía. Y ciertamente, se halla persuadida de la personalidad de Cecilia.
Tras el desvanecimiento, Marina semejaba apaciguada. El ultimo gesto loco. Esconde un revólver, que tomó de un gran baúl. Desprecia el cortejo de los galanes. Se dirige al gabinete y dispara a Corrado. El amor fue igualmente aniquilado. Y emprendió la huida, vestida con blancos encajes, a remo a través del lago.
Ana Kontroversy
No hay comentarios:
Publicar un comentario