sábado, 22 de diciembre de 2012

CARL TH. DREYER. LA PASSION DE JEANNE D´ARC, 1928









En la Biblioteca de la Cámara de los Diputados de París, se halla el documento del diario del juicio a Juana de Arco. Las preguntas de los jueces y las respuestas de Juana fueron transcritas al pie de la letra. Y somos testigos de un drama sorprendente. Una joven piadosa, enfrentada a un grupo de teólogos ortodoxos y poderosos jueces.
Encadenados los tobillos, Juana (Marie Falconetti) ocupa el centro del salón. Fatigada, encogida, es sometida a juicio. Los clérigos la circundan. Tiene diecinueve años.
Pretende ser una enviada para salvar a Francia. El odio a los ingleses guía el instinto de la salvadora.
Viste ropajes masculinos y le proporcionaron vestidos femeninos. Cuando la misión sea cumplida retomará el vestido. Espera por recompensa la salvación de su alma.
Los jueces, encolerizados, acusan a Juana de blasfemia. Escupen en su cara.
Visiblemente cansada, el rostro bañado en lágrimas, pregunta al obispo Pierre Cauchon (Eugène Silvain) si de ningún modo el proceso tornará en favor suyo. Soñaba con librarse de la prisión.
Recluida en una celda, Juana de Arco sufre escalofríos. Los carceleros roban de su mano un anillo. 
Víctima de los interrogatorios religiosos, es auxiliada por un fraile, Jean Massieu (Antonin Artaud). Apunta que no debió preguntar. Sugiere cautela a la grave respuesta de las visiones.
Atormentan a la procesada con el tema de la prisión y execran el hábito de hombre, impúdico, abominable.
Mandan preparar la tortura.
Los carceleros hacen mofa de Juana. Ensartan con una espada una corona de mimbre, que la doncella había fabricado, en el colmo del desdén.
En la cámara de tortura, amenazada con la sabiduría de los doctores, quieren descubrir su vena de visionaria y que firme el acta de abjuración. Un instante de lucidez permite a la víctima de la represión enfrentarse y anuncia que aclarará que la obligaron. Se desvanece. Por nada del mundo puede perecer de modo natural.
Juana ya se veía en el borde de la extinción. Sin embargo, fue conducida al sacrificio, torturada hasta la extenuación. Reprendida de orgullo insensato, cavan su tumba. Si no firma será quemada viva. La hoguera aguarda. Aconsejada por todos, la ayudan con la firma.
Reconoció los errores. No obstante, la condenaron a cadena perpetua, a comer el pan de la pena y beber el agua de la angustia. Arrojada a un estanque, recortan sus cabellos. Saltimbanquis y contorsionistas muestran en el exterior el tono opuesto al drama.
Juana quiere que llamen con urgencia a los jueces. Se retracta, mintió.
La gran victoria es el martirio. 




Ana Kontroversy

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