En el Teatro de Variedades, representaban "La Venus rubia". Venus era Nana (Catherine Hessling), una debutante, que reemplazaba alegremente el talento por una inspiración popular. Sobre el escenario, Vulcano reclamaba a Júpiter su esposa, Venus, que había huido del lecho conyugal.
Nana desciende flotante desde las alturas. Es una situación cómica, ya que no funcionan las correas que la sustentan. Los espectadores ríen.
La joven artista es desenvuelta, graciosa y con un gran desparpajo.
La Condesa Sabine Muffat, comenta que la encuentra vulgar. El Conde Muffat (Werner Krauss), Chambelán de la Emperatriz, la columbra con unos anteojos. Escolta a los aristócratas Fauchery (Claude Moore), periodista y escritor dramático. Después de la representación, el conde Muffat requiere del director del teatro, Bordenave (Pierre Philippe) la presentación de Nana. Era la primera vez que había ido al camerino de una actriz. Surgía el idilio.
La condesa decide prescindir del marido.
Los periódicos anuncian el deterioro económico del Teatro de Variedades. Bordenave reparte los personajes de una nueva creación. Nana soñaba con interpretar "La pequeña Duquesa". Igual que Rose Mignon, a la cual es adjudicado el papel. Nana protesta. Excesiva en los gestos, los actores convocados se tronchan con sus exageraciones.
A la salida, aguarda a la joven actriz el conde Muffat. La ama y haría lo que fuera por ella. No puede aceptarlo. El conde llora en el regazo de la coqueta. Pero si le diese lo que quiere, obtener el papel de la mujer honesta, aceptaría. Tal vez Bordenave admitiría una ayuda económica.
El autor de la pieza es Fauchery, amigo de la condesa Muffat. Responde que Nana, de ningún modo. Ante la amenaza del conde, resignado, no responde.
"La pequeña Duquesa" resulta un auténtico fracaso. Convencido de que sería un triunfo, Muffat había invitado al espectáculo a dos amigos. Pero sólo le acompañaron en el entierro de sus ilusiones. Son el Conde de Vandeuvres (Jean Angelo) y su sobrino, el señor Georges Hugon (R. Guérin-Catelain). En el concepto de Nana, todo es un producto de la envidia, una conspiración de aquellos que la detestan.
Abandona las ambiciones teatrales y decide consagrarse a la galantería. Llegaba una avalancha de regalos a su hotel particular.
Recibe la visita de Vandeuvres, cuando se hallaba en compañía del sobrino. Viene a hablar de un tema delicado, Georges, un simple niño. Nana jura que es como un hermano para ella. Y besa apasionadamente al conde, en el momento en que aparece Muffat.
Vandeuvres tiene dos caballos, que participan en el Grand Prix. El favorito, Lusignan, y el desconocido, Nana. Conjeturaba que para separar a Nana de su protector, precisaría mucho dinero. Y pervertido por el contacto de la cortesana, no importaban los medios. Debe ganar Nana.
La coqueta llega a las carreras y es agasajada por una corte de aduladores. Muffat se encuentra sentado en la tribuna principal. Por los alrededores, deambula Georges. Acompaña a la protagonista la troupe del teatro.
Gana Nana. Pero el apoderado de las apuestas que solía contratar el conde descubre el engaño, ya que le robó cien mil francos.
Nana, desconocedora de ser el centro de estas catástrofes, vivía preocupada sólo por la belleza. Georges la visitaba frecuentemente. Vandeuvres, en bancarrota, podría surgir de la ruina si acepta casarse con él. Nana no se halla dispuesta a mantenerlo. Georges también ofrece su nombre. Rechazado, le corroen la envidia y los celos.
Vandeuvres encuentra a Muffat y quiere alejarle de la mujer. Es la mosca de oro que envenena todo.
Muffat regala a Nana una bombonera con una buena cantidad de billetes dentro. Vestido de brocado, es de nuevo aceptado, dominándolo. Sin embargo, el suicidio de Georges puede más que todo aquel juego, y el conde renuncia a Nana.
Vandeuvres toma una dosis de veneno y muere en las cuadras, al lado de los caballos, y prende fuego a los establos.
Nana sucumbe al terror, obsesionada por los estigmas imborrables.
Los compañeros del teatro prueban a consolarla. Tiene que fingir, y la invitan al baile Mabille. Animada, tras unas cuantas copas, baila el cancan hasta la extenuación. Muffat, preocupado, la busca en el baile. Quiere que cambie de vida, o habrán de separarse. Pero Nana sólo concibe el placer. Con un gran disgusto, en realidad, apenada por los sucesos, es consciente de que la utilizan. Sufre un ataque de histeria.
Unos instantes después, Nana tiene la viruela. Muffat va a verla, a pesar del peligro de contagio.
En el lecho, la asaltan una serie de visiones. Georges y Vandeuvres la acusan. Muffat fracasa cuando quiere tranquilizarla. En el delirio, reza, agarrada al conde. Y sucumbe, a la vez que las luces del aposento desvanecen el fulgor.
Según la novela de Zola.
Ana Kontroversy
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