miércoles, 19 de diciembre de 2012

CARL TH. DREYER. ELSKER HVERANDRE (LOS ESTIGMATIZADOS), 1921







Una vieja leyenda rusa cuenta la historia de un boyardo (caballero denostado de los países eslavos), el cual cabalgaba a gran galope a través de la estepa. Vio, de repente, un imponente peñón gris. Y una voz se elevó. "Si pretendes saltarme, te romperás el cuello".
Pero el boyardo espoleó su caballo. El peñón se alzó entonces y el boyardo cayó a tierra. Pues la roca era el campesino ruso en persona, gris como la tierra, lento y pesado, pero impresionante cuando se agita.
En ese pueblo de granito, animado, sin embargo, de la ilusión de un niño, se encontraban varios millones de judíos. Ese "pueblo escogido" tenía en la sangre un apresto milenario y portaba sobre la frente, después de 2000 años, la marca de Caín, puesta por los prejuicios.
Hanne-Liebe nació en una pequeña ciudad, a orillas del Dnieper. Desde la infancia, fue confrontada al eterno estribillo del odio racial.
Los Segal tenían por vecino al rico comerciante ruso Suchowersky. El hijo, Fedja, jugaba con frecuencia con Hanne-Liebe.
La señora Segal (Adele Reuchter-Eichberg), la madre de Hanne-Liebe, encuentra a su ayudante rusa, Nastja, en plena oración. Después de treinta años de asistencia a esta familia judía, seguía fiel a la Iglesia rusa.
El rico comerciante Suchowersky (J. Duwan-Torzoff), separa con ásperos modales a Hanne-Liebe de la compañía del hijo. Hanne-Liebe recibe una reprimenda por comer manzanas robadas.
En esta época, los agitadores surcaban la campiña, con el fin de ganar al pueblo, para las ideas de los nuevos tiempos. Después de diez años de un apaciguamiento desengañado, la juventud se reunió de nuevo bajo la chispeante bandera de la libertad.
Una mañana de septiembre, la madre de Hanne-Liebe la condujo a una gran escuela rusa para niñas. Los labios de la pequeña repetían las oraciones rusas. Pero en su corazón, recitaba la ancestral plegaria judía de Israel.
Preocupado, el gobierno estudiaba el resurgimiento del movimiento agitador, que pretendía reprimir. La juventud preparaba un irrevocable trastorno. Es preciso acudir a las masas y organizarlas. Obreros y campesinos, soldados y marineros, unidos, para guiar el combate frente la tiranía. Sólo entonces vendrán tiempos mejores.
El tiempo pasa. En 1905, la historia adviene a una fase grave del movimiento ruso. Hanne-Liebe (Condesa Piechowska) se encuentra a punto de diplomarse. Sascha (Thorleif Riess), un amigo de Hanne-Liebe, se despide, ya que marcha a San Petersburgo, a fin de proseguir el aprendizaje.
En primavera, Fedja (Richard Boleslawsky), se había enemistado con el padre y había sido expulsado del domicilio familiar. Dormita perezoso en la hierba. Manja, compañera de Hanne-Liebe, importuna a Fedja, al arrojarle unas piedrecillas. Traslada en una barca a la atrevida, quien admira la corpulencia del hijo del comerciante.
Sascha revela un secreto a Hanne-Liebe. Es miembro del partido clandestino. Espera la llegada de una nueva era.
Hanne-Liebe y Sascha encuentran repostados en el prado a esta otra pareja. Huyen del lugar. Aquellos tendrán que anticiparse a los acontecimientos. Los cotilleos abundan en el mercado.
Zipe, la hermana de Hanne-Liebe, tiene una feliz vida familiar con el pelirrojo Abraham
En la escuela, Hanne-Liebe, amonestada por las profesoras fue enviada a casa.
Zipe había persuadido a la madre de casar a Hanne-Liebe lo más pronto posible. La señora Machler, la alcahueta judía, se presentó en la tienda de Abraham con varios ofrecimientos. Abraham acuna el bebé con un ingenioso pedal, que transmite la oscilación con una cuerda.
Hanne-Liebe era presa de un profunda evolución. Una tenacidad desconocida brotaba en la joven.
La casamentera sugiere a Finkelbaum, de 27, comerciante en ropa. Ya que duda poder seducir el corazón de Hanne-Liebe, Finkelbaum demandó consejo a la señora Machler. Tiene que guardar un trozo de azúcar en el corazón durante nueve días y nueve noches. Después, lo tiene que mezclar a una bebida.
Cuando Hanne-Liebe y Fedja se encuentran,  lo amenaza con lanzarle una piedra.
Finkelbaum sigue con el cortejo. Pero Hanne-Liebe lo rechaza y abandona el brebaje intacto.
Esa noche, Hanne-Liebe se largó de la provincia. Marchó a San Petersburgo, con el sentimiento de enterrar su infancia.
Jakow Jakowlewitsch Segal, el hermano de Hanne-Liebe, se había hecho bautizar después de la licenciatura en leyes. Era un abogado reputado de San Petersburgo. La esposa no desea que Hanne-Liebe viva en la casa. Yakow sufre la maldición por haber traicionado el dogma de los padres.
Esa tarde, Alexander Krasnow fue aceptado en el círculo de jóvenes extremistas. Rylowitsch es uno de los mayores activistas. Numerosos jóvenes eran alistados como espías de la comisaría zarista. Rylowitsch, al que Sascha había otorgado ánimo, era de aquellos que se dedicaban a ese repugnante doble juego. Contacta con una mujer empleada en unos baños publicos, que frecuenta Yakow Segal.
Cuando regresa a casa, Yakow encuentra a Hanne-Liebe sentada en el escalón de la puerta. La abraza con ternura.
Hanne-Liebe se hallaba calurosamente hospedada por los Florow, una pareja sin niños. Por tanto, se sentía sola. Recibe la visita de Sascha, a quien trae Yakow. Experimentaban el amor.
Todos los sábados, un grupo de entusiastas de la política y de la literatura se concentraban en el domicilio de los Florow. Sascha presenta a Rylowitsch. Yakow lo ve con desconfianza y comenta de qué extraña manera las gentes pueden semejarse. Hace años, manejó un proceso legal por chantaje. Rylowitsch recuerda rasgo a rasgo al acusado. Y a otro del grupo lo vio faldear con la secreta.
Yakow citó a Sascha con el fin informarse de algo importante. Le esperó en vano. Alarmada, Hanne-Liebe busca a Sascha. Encuentra un billete, en el que cita el águila con las alas rotas, antes de poder desplegarlas. Es apresada.
A orillas del Dnieper, Fedja cocina en el hueco de un improvisado cobertizo. Aparece Rylowitsch disfrazado como un monje de un convento próximo.
Hanne-Liebe regresó a casa. El hermano había obtenido su liberación, a condición de volver a la ciudad natal.
Una vez al año, los judíos celebran la Fiesta de la Torah, en homenaje a la Ley de Yahvé, quien unió a todos los judíos. Rylowitsch siembra la cizaña con el ataque de los israelitas, y la gente comenta que importunan a los honestos comerciantes y que obligarán a no rechistar a los del país.
Los sufrimientos de Sascha no fueron en vano. Las huelgas estallaron por doquier. Silenciosa como la noche, la insurrección se extendió por todo el país.
En la calma antes de la tempestad, Yakow recibió un telegrama. La madre se encuentra gravemente enferma. Decretada la huelga general, las locomotoras inmovilizadas, Segal tuvo que realizar el viaje en tartana.
Durante horas, Sascha permanecía al acecho, ambicionaba en cualquier instante oír abrirse las puertas de la prisión.
Yakow llegó por fin a casa, a tiempo de besar las manos de la madre por ultima vez.
El gobierno debió ceder. La libertad total fue concedida a todos los ciudadanos rusos y los prisioneros políticos fueron liberados.
Sascha entiende que Hanne-Liebe se encuentra en peligro. Las manifestaciones antisemitas dispuestas, tienen que conseguir la autorización, para utilizar las locomotoras.
En la pasada habitación de escolar, Yakow sufre una pesadilla. Una figura ataviada con ropaje judío. La muerte.
Yakow pasó por un sacrílego trance. Un enfermo de úlcera pretende profanar la tumba de la madre, con la superstición de que los muertos absorben los humores nocivos, si la tumba es fresca y alberga un judío enterrado. Arrea al profanador.
Los ciudadanos pasean los retratos del zar, para festejar la libertad concedida. Pero los judíos saben por experiencia qué ocurre cuando los rusos desfilan.
Fedja, deteriorado por la negligencia, agita las gentes, para que se enfrenten a los israelitas. Las detenciones en plena calle preceden a la pregunta de si el arrestado rehúsa saludar al zar. Y después es apaleado. Penetran en el barrio judío, tal que una horda invasora. Yakow defiende el domicilio pistola en mano. Fedja busca a Hanne-Liebe. Yakow acusa a Rylowitsch de confidente. Este encuentra la pistola y dispara al abogado. Sascha llega en el momento justo de liberar a Hanne-Liebe de las garras de Fedja.
En el fulgor vacilante de la ciudad en llamas, Sascha y Hanne-Liebe huyen hacia la frontera de la libertad. La libertad que habían sentido en sus corazones, pero que se encontraba ahogada por los prejuicios y el rencor.




Ana Kontroversy






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