jueves, 25 de junio de 2015

KING VIDOR. WILD ORANGES, 1923






Un paseo en carro, una monótona jornada. Un papel impulsado por el viento a su antojo, asustó los caballos que, desbocados, iniciaron una alocada carrera. El resultado fue fatal. La mujer de John Woolfolk (Frank Mayo) salió disparada y quedó tendida, inerte.
La pérdida de la joven esposa predispuso a John Woolfolk frente al mundo. Temía ser atrapado de nuevo por el amor y que la copa de la felicidad volviera a ser arrancada de sus labios.
Y por tres años recorrió los vastos océanos, donde encuentra una soledad que le sosiega.
Una cala, infrecuente en la costa de Georgia, guardada por un traicionero arrecife. Cuando la embarcación a vela encaló, alarmó a los contados habitantes. John explora con los prismáticos y distingue una mansión en ruinas, una plantación en decadencia, rodeada de exuberante vegetación, concentración sin importancia. Una joven nada hacia la orilla, ausente de lo que ocurre a su alrededor.
Arrastrado a su pesar en el horror de la Guerra de secesión, Lichfield Stope (Nigel de Brulier) había sido golpeado por la maldición del miedo, obsesión que había transmitido a su nieta Millie (Virginia Valli).
De la orilla tropical llega el lánguido perfume de los naranjos en flor.
John se acerca en una barca. Salta la verja y prueba una fruta. Expresa el sabor, materia sin vida, un gas, putrefacción. Las naranjas salvajes, amargas al primer bocado, su aroma acre y especiado les da un gusto obsesivo. Explica a Millie que echó el ancla en busca de agua. La esquiva y desamparada joven transforma su actitud en un grado inesperado, ya que llega incluso a acariciar al marino.
Los Stoper tenían que soportar a Nicholas (Charles A. Post), parte hombre y parte muchacho, un forzudo bruto.
Esta ribera ejerce una atracción irresistible y despierta apetitos misteriosos.
La mañana nunca mostró semejante belleza a Millie Stope. Acude a la ribera, cuando Nicholas la asedia y exige un beso. Encarama a Millie en un tronco del manglar, vulnerable al ataque de los caimanes.
El marinero que viaja con John Woolfolk llena de agua un tonel y es amenazado por el bruto. Decidido a echarle, destroza la cuba y empuña una navaja. El incidente excitó a Woolfolk, quien volvió a la vieja plantación. Cara a cara con Nicholas, exige una explicación. La tensión casi llega al enfrentamiento.
El navegante, en estrecha intimidad, cuenta que procede de Boston. La joven viajó a través de los mapas del abuelo, atravesó con sus viejos libros Japón, Hawaii, India, España. El hombre decepcionado con el amor se comporta como una escultura, a la que acariciasen.
El día marcado para la marcha, Milli desea visitar la nave. Es una embarcación espléndidamente equipada. La brisa es favorable. Por una hora, la libertad de la mar abierta fue un desafío para su alma cautiva. Milli se siente condenada en el pantano, cuando el corazón sueña con emprender el vuelo.
A su vuelta, les aguarda el bruto vecino, que ataca con la navaja. John lo reduce.
Misterio. Los insidiosos olores de la tierra, el velado aliciente del sexo. Los apetitos traidores.
La nave desplegó las velas y Millie la vio alejarse desde la galería. Una vez más él renuncia a la vida. No le queda más que la soledad, y la libertad.
Al lado del timón, percibe la evanescente silueta de Millie, a la cual tiende sus brazos. Recostada en su espalda, toca su mano. Decide volver.
Fue en busca de Millie. Se manifiesta excitado y enamorado. Milli sólo reflexiona la suerte de escapar. John se ocupará de Nicholas. La joven enseña un cartel de busca. Es un criminal peligroso. Planean la huida.
Cuando el bruto vio los preparativos de la marcha, no permitió que la joven y el abuelo lo abandonaran. Con un fuerte golpe derribó al anciano, el cual no se recuperó.
Como no acudieron a la cita, Woolfolk volvió a la arruinada mansión. Empuña un revólver y registra las dependencias, las ventanas azotadas por el viento. El criminal tiene amordazada a Millie. Un traspiés hizo perder el revólver al protagonista y, enzarzados en una brutal pelea, casi vencido, consigue zafarse y escapar con la mujer por largo tiempo amenazada. Una lámpara derribada prendió fuego a los despojos de la, en otro tiempo, distinguida casa.
Consiguen embarcar. No obstante, el bruto había recogido el revólver. Hiere al marinero. Aunque recibió ignominiosa muerte, desollado por el perro, libre de la cadena, al que escarnecía.
A pesar del riesgo de chocar con el arrecife, a causa del fuerte viento, la nave "Yankee" consiguió superar el peligro. Con Millie en el timón.



Ana Kontroversy


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