jueves, 7 de mayo de 2015

KING VIDOR. THE CROWD, 1928







El año 1900, el 124 Aniversario de América, algo sin importancia comparado con el evento en casa de los Sims. Johnny Sims, optimista en la carrera hacia los veinte, pronto supo de la amargura, cuando el padre le dejó, de quien recibía apoyo permanente.
Cuando John (James Murray) tuvo veintiuno, fue uno de los siete millones, que estimaban que Nueva York dependía de sus personas.
Tienes que ser bueno en esta ciudad, si quieres ganar a la multitud.
Las dársenas de Nueva York. El hormiguero de las calles. El mal tráfico. Un puzzle polvoriento.
El rascacielos, signo del siglo, encierra las kafkianas oficinas, una aglomeración de muebles y empleados y una influencia desintegradora.
Cuando dieron las cinco, todos los copistas se apresuraron a salir a la vez. Con dos jóvenes invitadas a Coney Island, John se disculpó ante Bert (Bert Roach); estudia por las noches. Aunque olvidar el estudio de vez en cuando es bueno para los negocios.
La pareja de John es Mary (Eleanor Boardman). Desde el bus exploran la pobre multitud con su rutina. Y un bobo clown, reclamo de unos almacenes. El Luna llegó a unirlos.
Resuelven casarse y pasar la luna de miel en las cataratas del Niágara. Un gracioso enredo en el coche-cama del tren. John consultaba un manual práctico para el matrimonio. El amor no cesa, semejante a las cataratas.
Instalados en un insignificante pisito, una especie de garaje con vistas a las vías, es Navidad y tienen invitados; la madre y los dos hermanos de Mary, la cual insiste en enseñarles los trucos que John inventa. Consiste simplemente en doblegar el brazo izquierdo con la mano derecha. No ven la gracia.
John fue en busca del simpático Bert, en la helada noche. Encuentra el amigo en compañía de dos jóvenes, dispuestas a la alegría desenfrenada. Cuando volvió a casa no podía tenerse en pie.
Abril. Exactas condiciones. El apartamento es una condena. El hábito atrapa la victoria. Un tiempo de desavenencia. Mary, a punto de dejar el hogar, reflexiona. Un bebé los acerca.
Octubre. Atareado en la gigantesca oficina, el padre recibe la noticia del alumbramiento. Nervioso en el hospital, la convaleciente mamá y el bebé despiertan lánguidos suspiros. Siente una especial energía. 
Durante los próximos cinco años, dos cosas sucedieron a los Simses. Llegó una hermanita y John recibió un aumento de 8 dólares.
Un día de playa. John toca el ukelele y canta a voz en grito. Un divertimiento para los juguetones bebés. El día de playa no cuajó y John hace alarde de sus grandes ideas. Tiene un slogan, "Un Carload lleno de toses". Sólo alguien lo envió al comienzo.
De alguna manera todos ganan un premio alguna vez. Y 500 dólares llegaron a los Simses a un tiempo. Un premio por el slogan "Sleight O´Han! ¡El limpiador mágico!" Celebran los regalos, un vestido, un jamón, una muñeca. Llaman a los pequeños, estacionados en la calle. La hermanita no percibió el paso de aquel camión.
Una gran angustia experimentó el padre, quien con el bebé en brazos lo deposita encima de la cama. Los nervios y la falta de concentración le conducirán a la pérdida del equilibrio.
Meses... Meses sin fin. La multitud ríe contigo siempre... pero sólo llorará contigo un día.
La actividad de John en la oficina se resiente. Las cuentas aparecen repletas de manchas de tinta. Los números y las imágenes recurrentes desfilan por su mente. Un ataque resuelve la decisión.
Es sencillo dejar un empleo, pero difícil explicarlo a la mujer, la cual aguanta demasiado y con coraje. En el picnic de la Atlas Insurance Company, Mary es ajena a la realidad laboral del marido.
John no tuvo problema en aterrizar su cuarto empleo en una semana. Prueba con la venta de aspiradoras eléctricas a domicilio.
Nunca sabemos cuán grande es la leibniziana multitud y qué oposición posee, hasta que salimos y peleamos. Los hermanos de Mary ofrecen a John una ocupación. Sin embargo, lo ve como un acto de piedad.
Despreciado y repudiado por la mujer, echa a andar con Junior al lado. Un pesado tiempo. Lanza la pelota al bebé y se dispone a saltar al paso de un tren. Junior señala que ultimamente nunca habla con él.
El bebé le impulsa a buscar empleo. Con la ocupación de clown publicitario volvió con Junior a casa y con unas monedas, justo cuando Mary se hallaba a punto de marchar. Quiere ganarla por la segunda ocasión. Los dos dependen de Mary. John tiene tickets para el show de la noche y un ramo de violetas. Bailan con el gramófono un disco de Johnny Marvin.
El programa del show incluía el slogan de John. Un cerebro en ciernes.



Ana Kontroversy



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