lunes, 25 de mayo de 2015

JEAN EPSTEIN. LA BELLE NIVERNAISE, 1923








La gabarra entrega en el muelle un cargamento de madera.
Père Louveau (Pierre Hot), con su cara de honrado marinero, no desatiende los gestos de mére Luveau (Madame Lacroix), quien entiende de esas cosas.
Un niño vaga por la ciudad. Despreciado en numerosas ocasiones, alterna de un lugar a otro.
Père Louveau no rechazaba unos vasos de vino de vez en cuando. Y animado con el calor, topó con el pequeño, el cual daba vueltas alrededor de la iluminación de una farola. En la comisaría se hace cargo del niño. Los padres, unos borrachos, habían aprovechado la mudanza, para desprenderse de Victor.
Père Louveau tiene una hija que ya anda, Clara.
Para llegar hasta la Belle Nivernaise, amarrada, tenía que atravesar otras dos naves unidas por puentes estrechos.
Mère Louveau amenaza con la acción y con el tono. Père Louveau ve una benéfica acción. Pretende transformar a Victor en un buen marinero. La madre, furiosa, echa la sopa.
Clara tomaba a Victor bajo su protección y amparo. El niño danzaba como una peonza en manos de mère Louveau.
Victor (Maurice Touzé) empezaba a saber la ruta como un viejo y avezado marinero, bajo la supervisión de père Louveau y la vigilancia de Tripulación, el marinero que componía el personal de la Belle Nivernaise.
El Sena mecía blandamente aquella casa de tablas y Clara (Blanche Montel) y Victor se querían tiernamente.
La Belle Nivernaise se encontraba amarrada. Mientras las mujeres hacen la colada, reciben la visita de Maugendre (Jean-David Evremond), un amigo de père Louveau. Sufre una tristeza. Perdió un hijo.
La nave amarrada con una flotilla de barcazas, Victor y Clara se arreglan con el fin de pasear por los alrededores de París.
Esa mañana el cartero entregó una carta. Père Louveau era convocado al despacho del comisario.
Victor y Clara se deciden por el cinematógrafo. Un film de un intenso dramatismo.
Cuando supo que la mujer que abandonó a Victor no era la madre, que le había robado, pére Louveau no comía, dormía mal y hablaba solo. Disputaba con la mujer.
Llegaba la época de emprender el acostumbrado viaje y se disponían a regresar a Clamecy.
Maugendre apareció en busca de père Louveau, y un incidente perturbó la tranquilidad de Clara. El marinero desamarró la gabarra y se abalanzó sobre la joven. La belle Nivernaise se acercaba peligrosamente a las esclusas, crecido el río por las lluvias de otoño. Victor pretende reducir al salvaje; sin embargo, es derribado y ametrallado con lo que aquel encuentra. Herido y con la ayuda de Clara, consigue poner a salvo la embarcación. El marinero falleció ahogado.
En el largo paseo, père Louveau no accede simplemente a los ruegos de Maugendre. Hace quince años, la mujer de Maugendre fue a París a colocarse de nodriza. Entregó su hijo a una acompañanta, que lo alquiló a otras holgazanas. A père Louveau, tras los sacrificios y privaciones, le resultaba doloroso separarse del joven.
El viejo Maugendre marchó con el hijo casi sin dar las gracias. Sueña con Victor, alumno de la Escuela de Comercio.
Victor fracasa en la escuela. Una carta de Clara le informa que la Belle Nivernaise es una ruina. Colocaron un cartel de venta.
Victor, aniquilado por la fiebre, deliraba.
Maugendre buscó a los Louveau y los acogió, es rico, hasta que haya encontrado la manera de arreglar el asunto.
Con la primavera, recibieron una magnífica nave flamante, que navega por su cuenta. La Nouvelle Nivernaise.



Ana Kontroversy



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